María del Pilar Gonzales
Psicóloga Clínica con especialización en intervención psicológica y gestión socio deportiva
Acerca de nuestra respuesta a la pandemia venimos preguntándonos hace varios días ¿qué hemos aprendido?, llegando con frecuencia a la respuesta que no lo hemos hecho. Estamos frente a una segunda ola que pone sobre la mesa nuestra vulnerabilidad a nivel integral en salud, lo cual involucra nuestra salud mental.
A principios del año pasado nos vimos arrasados por la incertidumbre, el miedo, la ansiedad, activándose nuestras defensas para sobrevivir, pero esta vez este nuevo periodo de cuarentena y aislamiento no nos está tomando por sorpresa, sin embargo, pone en juego nuestra capacidad para reflexionar acerca de lo vivido, para “procesarlo” como diríamos en psicología.
El “darnos cuenta”, el entrar en contacto con nuestras emociones y mirar de cerca el dolor nos invita a pensar si realmente hemos dedicado algo de tiempo a procesarlo, si le hemos dado cabida o nuevamente el día a día nos llevó a actuar como si nada pasara. En estos días tendremos la respuesta y las señales de la misma la notaremos en nuestros cuerpos y su capacidad para continuar con energía o agotarse.
En nuestro entorno, donde acceder a servicios de salud mental resulta casi un privilegio y a la vez un estigma, donde no es parte de nuestra cultura incorporar la salud mental resulta relevante que al ver sobrepasado nuestros sistemas de salud tomemos medidas individuales, como familia y como sociedad para protegernos.
Empecemos por evaluar qué nos funcionó durante el período anterior, pensémoslo individualmente y en grupo, no entremos en “período de vacaciones”, pues ello solo nos llevará a negar lo que viene pasando. Observemos con cuidado si estamos pasando por algún duelo, entendiéndose por él la pérdida de un familiar, alguien cercano, la pérdida de trabajo, una separación u otro cambio significativo, y tratemos de ver cómo nos sentimos al respecto. Todos vivimos el dolor, pero lo manifestamos de diferentes formas, en ese sentido es importante validar los sentimientos que surgen.
Quienes son más vulnerables a desarrollar ansiedad, depresión, ataques de pánico u obsesiones probablemente empiecen a recordar vivencias y temores del inicio de pandemia y se vean invadidos por ello si no toman medidas o si no son ayudados por otras personas de su entorno.
Compartir responsabilidades en casa puede facilitar que las preocupaciones no se recarguen en un solo miembro de la familia y que no se vean agotados por la rutina, el trabajo, o la sobre exposición al salir. En ese sentido incorporar cierta estructura o un horario en el día a día nos ayuda a tener un panorama predecible de lo que se va a hacer, y es muy útil para no agobiarse. Al hacerlo se puede considerar:
- Crear espacios de diálogo y comunicación con personas de la casa o con amigos y familiares por medios virtuales, mantener ese espacio para socializar es fundamental para compensar el aislamiento.
- Incorporar actividades que nos agraden, aficiones, juegos, actividades lúdicas y manuales, ejercicios, baile, yoga, meditación, entre otros. Recordemos que las aficiones no deben ser consideradas como negativas a menos que nos afecten de algún modo u ocupen todo nuestro día.
- Modular la exposición a dispositivos electrónicos, especialmente en la noche pues nos inducirán a periodos de insomnio como los reportados en la cuarentena pasada.
- Movilizarnos dentro de casa, evitar realizar todas las actividades en el mismo lugar, ambientar nuestros espacios de modo que resulten agradables para trabajar, estudiar, leer, o descansar.
- Identificar espacios de casa con luz natural y ventanas, y realizar en ellos alguna actividad durante el día.
- Utilicemos la hora destinada a salir principalmente para actividad física, con una intensidad acorde al ritmo de vida y edad, tengamos en cuenta que al utilizar ese momento solo para realizar obligaciones es probable que la tensión se incremente en lugar de disminuir.
- Tenemos que considerar que las salidas diarias, con los cuidados respectivos, son indispensables para cualquier persona que desarrolle síntomas de ansiedad o se encuentre impactado emocionalmente, y no olvidemos que las personas con discapacidad, condiciones del espectro autista, y demás población vulnerable lo requieren en la misma medida, pues en muchos casos están viendo suspendidos sus tratamientos.
- Iniciar el día con una actividad placentera (conversar, leer, tomar un café, escuchar música).
- Identificar dentro de nuestros días detalles positivos o agradables que nos hayan ocurrido, y ayudar a los más pequeños y adultos mayores ha hacerlo también.
- Incorporar actividades o prácticas donde ayudemos a otras personas desde nuestra experiencia, profesión, escucha.
Nos toca desde lo individual hasta lo colectivo cuidarnos para poder cuidar.
“Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de la vida fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma” (Carl Jung)