Vicepresidente ejecutivo de Inversiones de Rimac Seguros
A un año y cuatro meses de haber alcanzado el nivel pico de 9.1% en junio de 2022, el índice de precios al consumidor de los EE.UU. creció en 3.2% durante el periodo de doce meses terminado este octubre. Este resultado se suma al cúmulo de evidencia que sugiere que el fenómeno inflacionario que se desató al final de la pandemia y que se aceleró con el estallido de la guerra en Ucrania, estaría cercano a su fin.
En respuesta a esta revelación, tanto el mercado de renta variable como el de renta fija de ese país reaccionaron positivamente descontando ya el final de la desaceleración y el próximo inicio de un nuevo proceso de expansión económica en los EE.UU. En principio, si las presiones inflacionarias ceden, la Fed no tendrá que restringir más las condiciones financieras a través de subidas de las tasas de interés o a través de la venta de los Bonos del Tesoro que conserva en su balance. Por el contrario, una vez abatida la inflación, este organismo se puede concentrar en estabilizar el nivel de empleo.
Para maximizar el nivel de actividad económica, el siguiente movimiento de la Fed debería ser relajar las condiciones financieras y aumentar la liquidez del sistema. La incertidumbre ahora radica en cuándo procederá la Fed a reducir las tasas de interés de corto plazo para promover el crecimiento.
Después de haber previsto, casi consensualmente, que la Reserva Federal elevaría una vez más las tasas de interés antes del final de este año; ahora el mercado de futuros de tasas de interés descuenta que no habrá más aumentos y que, por el contrario, las reducciones de tasas se podrían adelantar tanto como hasta el primer trimestre de 2024. De cumplirse estas expectativas, el cambio de velocidades en el mercado de dinero sería particularmente abrupto, dado que el ciclo de subidas de tasas de interés que termina ha sido el más rápido y el más intenso jamás registrado en la historia.
Para pasar a relajar las condiciones financieras, la Fed debe identificar primero un evento detonante. Las observaciones que podrían precipitar un cambio en el sesgo de la política monetaria son (1) una reducción significativa en las expectativas de inflación o (2) un aumento sostenido en la tasa de desempleo. De acuerdo con las previsiones actuales de la Fed, sí debería producirse un aumento en la tasa de desempleo en 2024, pero muy lentamente. La tasa de desempleo hoy en los EEUU se encuentra en 3.64% (históricamente, el nivel de pleno empleo) y debería permanecer por debajo de 4.1% incluso hasta 2025. En línea con esto, no se espera que la trayectoria de las expectativas de inflación cambie sustancialmente en los próximos meses. Además, aunque el impacto económico del conflicto en la Franja de Gaza ha sido limitado, aún es posible un escalamiento en las hostilidades que presionaría el precio del petróleo al alza.
Tomando en consideración estos factores, lo más probable es que la Fed sea muy cauta en cambiar de sesgo de política monetaria y espere, posiblemente, hasta el segundo semestre de 2024 para anunciar cambios. Una vez que sus acciones recientes hayan generado un impacto perceptible sobre el nivel de empleo. De otro modo, se arriesgaría a reavivar un proceso inflacionario que agoniza.