Javier Portocarrero Director ejecutivo CIES*
En el Perú este reino se puso de moda por el debate sobre la República Saharaui. En mi caso, lo acabo de tachar de mi lista de pendientes. Me encantó por su cultura, sus palacios, mezquitas y ciudadelas.
Con unos 38 millones habitantes y poco más de 700 mil km2, Marruecos tiene la mitad del ingreso per cápita del Perú, pero sus autopistas y aeropuertos son bastante mejores que los nuestros. ¿Será que el rey impone la ley islámica, y no hay esa corrupción tan generalizada que inunda nuestras tierras?
Luego de un encuentro de ex alumnos en Hamburgo, volé con mi esposa casi 4 horas desde Berlin a Marrakech. Esta es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, con 1.5 millones de habitantes. Morad Ameziane (trip advisor) fue nuestro atento guía durante 5 días. Nos recogió del aereopuerto en una confortable camioneta Mercedes Benz. Pero el susto vino cuando llegamos al hotel. Yo pensaba que Riad era una marca marroquí, tipo Meliá en España.
Pero no, el Riad es un tipo de alojamiento con un patio interior árabe alrededor del cual se distribuyen el resto de ambientes. El exterior suele ser ultra sencillo, y como quedaba en plena Medina (ciudad antigua), era como entrar a un callejón en los barrios altos de Lima. Pero, traspasada la puerta, con un interior rico en lujos y detalles, la calma nos volvió al cuerpo.
La Medina, toda amurallada en tono rosa, data del siglo XI. Hay una gran plaza donde conviven puestos de comida, acróbatas, músicos y hasta encantadores de serpientes. Luego, se entra a un conjunto enrevesado de callecillas que reúnen exóticos mercados, mezquitas, cúpulas y minaretes. La variedad de alimentos, textiles y todo tipo de mercancías sorprende al visitante.
Al día siguiente recorrimos unos 500 km en la camioneta. Transitamos desde los 450 msnm en el semiárido centro sur del país, hacia Casablanca, el centro económico de Marruecos (5 millones de habitantes), a orillas del Atlántico. Esta gran ciudad portuaria, famosa por la película homónima de 1942, protagonizada por Humphrey Bogart, tiene un gran malecón que hace recordar a Tel Aviv. La vista culmina en una gran Mezquita (Hassan II), impresionante por su tamaño, belleza y el estruendo de las olas al impactar en sus murallas.
Luego de un par de horas, proseguimos unos 80 km hacia el norte, para llegar a Rabat, la segunda ciudad (2 millones de habitantes) y capital del país. Ella fusiona el legado islámico y colonial. Por ejemplo, en la Alcazaba de los Udayas, un fuerte real bereber, rodeado por jardines franceses, con una espléndida vista al mar.
Desde la capital nos alejamos del litoral unos 120 km hacia el este para pernoctar en Mequinez, ciudad imperial con alrededor de un millón de habitantes, situada a 552 msnm, en un valle al pie de las montañas del Atlas Medio. Nuevamente nos alojamos en un Riad dentro de la Medina, pero esta vez en un entorno menos intimidante que el de nuestra primera noche.
En la siguiente jornada visitamos diversos mausoleos, mezquitas y palacios, así como el gran Estanque del Agdal, edificado por el Moulay Ismael para irrigar los jardines de su caballeriza. A continuación, dejamos Mequinez -en dirección este- para visitar las ruinas de Volubilis, imponente ciudad romana fundada en el siglo III a. C.; coronada por el templo de Júpiter y el Arco del Triunfo de Caracalla.
Hacia el final del día, arribamos a Fez, la cuarta ciudad imperial, donde viven dos millones de personas. Establecida en el siglo VIII, Fez fue un gran centro cultural y religioso donde musulmanes y cristianos de toda Europa realizaban sus estudios. Su Medina, la mayor zona peatonal del orbe, aloja a la universidad de al-Qarawiyyin, la más antigua del mundo, fundada en el año 859.
La Medina de Fez, cual inmenso laberinto, también alberga infinidad de pequeños comercios y talleres. Todo es muy exótico y colorido. Por ejemplo, alrededor de la plaza de las curtiembres, un cuadrado de unos 100 por 100 metros, lleno de cubas donde se tratan las pieles, los pequeños negocios ofrecen hojas de menta para que sus clientes soporten el olor nauseabundo.
Nos despedimos de Marruecos en el aereopuerto de Fez, agradeciendo a nuestro guía Morad por este recorrido fascinante. Visitamos un país árabe del tercer mundo con enormes contrastes. Desde la pobreza de los beduinos en el desierto, hasta las filigranas y la ostentación de sus palacios. Imaginé que los turistas extranjeros deben sentir algo similar al término de sus viajes por el Perú.
(*) Opinión personal.