La inflación anualizada (tasa acumulada de los últimos doce meses) comenzó a reducirse en marzo en la medición que el INEI realiza de la variación de precios al consumidor en 26 ciudades del país, incluida Lima Metropolitana. La tasa pasó de 8.99% en el periodo anual terminado en febrero a 5.27% en el periodo anual terminado en setiembre, es decir, una disminución de 3.72 puntos porcentuales en siete meses. La tendencia se había iniciado un poco antes (en noviembre del 2022 fue 8.64%) pero las tomas de carreteras y paros ocurridos en diciembre, enero y febrero, más el ciclón Yaku y El Niño costero, provocaron desabastecimiento de alimentos y de otros bienes, e interrupción de servicios, lo que produjo un salto temporal en la inflación.

En setiembre, hubo desabastecimiento y consiguiente encarecimiento del GLP, debido a oleajes anómalos que impidieron la descarga del combustible, que es transportado por mar desde Pisco (este es un problema recurrente que nadie busca solucionar). El limón siguió caro, lo mismo que la palta fuerte, pero la contracción del precio del pollo y sus cortes, así como de productos marinos, generaron que el rubro alimentos y bebidas registre una inflación negativa. En cambio, el alza de la cotización internacional del petróleo provocó que el rubro transporte fuese el de mayor alza. El alza del tipo de cambio habría influido en este grupo, así como en otros bienes importados.

En el caso de Lima, la inflación anualizada comenzó a reducirse en febrero, y en setiembre fue 5.04%. Esta es la tasa que el MEF y el BCR consideran “oficial” para sus estimaciones y proyecciones. O sea, no toman en cuenta la inflación de las otras 25 ciudades –en catorce de ellas, su tasa anualizada de setiembre superó a la nacional y a la capitalina–. La disminución de la tasa anualizada convenció al directorio del BCR de que ya era tiempo de bajar su tasa de referencia de política monetaria pues, aunque todavía está lejos de su meta de inflación (entre 1% y 3% anual), su gradual disminución desde marzo ha influido en las expectativas inflacionarias de bancos, empresas y analistas.

Además, esa medida incidirá en las perspectivas de crecimiento de la economía, pues abaratará el crédito, lo que incentivaría el consumo y, por ende, una leve mejora de la inversión de empresas y familias. Quizás sea necesaria una segunda rebaja de dicha tasa, a fin de afianzar esas perspectivas. La espera no será larga, pues el directorio del BCR tiene programado reunirse este jueves para tomar una decisión al respecto.