Por Santiago J. Bucaram
Especialista Sectorial en Recursos Naturales División de Recursos Naturales y Gestión de Riesgos por Desastres del BID
Debido a la sobrepesca y, sobre todo, a las precarias (o inexistentes) políticas de gestión pesquera en Latinoamérica y el Caribe (LAC), desde comienzos del siglo XXI, la producción pesquera de la región se ha contraído. Así, por ejemplo, solo entre 2004 y 2018 se registró una reducción del 20%, aproximadamente; y si comparamos la producción de 1994 y 2018, la contracción supera el 30%. Adicionalmente, ambos factores han deteriorado la salud biológica de varias especies comerciales importantes para la región (como el atún aleta amarilla, el arenque chileno, el jurel chileno y la sardina sudamericana) y han amenazado a especies incidentales como los tiburones. Este deterioro en las poblaciones marinas genera desequilibrios en los ecosistemas marinos y costeros de la región y contribuye a la pérdida de su biodiversidad.
Pero los daños irreparables e irreversibles a los stocks marinos y costeros de LAC no son los únicos efectos que causa esta situación; a esto se suman pérdidas económicas que, según cálculos del Banco Mundial, ascendían a 20 mil millones de dólares por año, aproximadamente, para el 2017. Además, es preciso reparar en la importancia que la pesca (industrial y artesanal) tiene a nivel social, pues es el sustento de aproximadamente 2.5 millones de personas en la región. Particularmente, en el caso del sector pesquero artesanal, existen factores estructurales específicos, como su naturaleza informal, fragmentada, heterogénea y dispersa, que han intensificado aún más la problemática descrita anteriormente. Por otro lado, la operación y tecnología incipientes del sector pesquero artesanal latinoamericano, lo obliga a concentrar su esfuerzo de manera excesiva en zonas costeras de extensiones reducidas, lo cual genera la sobreexplotación de las especies costeras.
No obstante, pese a todas estas disfuncionalidades, la pesca artesanal provee el 85% de las capturas de pescado y mariscos que llegan a las mesas de la región y representa el medio de vida de más de 1.5 millones de familias. Sin embargo, las políticas públicas de varios países de la región han mantenido a este sector en el olvido, aun cuando su fortalecimiento les permitiría cumplir con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El descuido de los Estados, que ha agravado y perpetuado las disfuncionalidades del sector pesquero artesanal de la región, representa un costo socioeconómico muy alto para las comunidades pesqueras que, en su mayoría, son vulnerables y marginalizadas.
Así, no es extraño que muchos de esos problemas se hayan exacerbado con la crisis sanitaria del COVID-19. Los pescadores artesanales se han enfrentado a un escenario de contracción de la demanda debido a la interrupción en el funcionamiento de hoteles, restaurantes y cadenas de comercialización internacional. Todo esto se ha traducido en una caída en los precios de los productos pesqueros, lo que ha generado una pérdida sostenida de sus ingresos. Esta situación es más grave si recordamos que los miembros de las comunidades pesqueras artesanales, en su gran mayoría: i) son informales, lo que les impide acceder a los programas de ayuda social o productiva para el sector; ii) no están asegurados; iii) poseen bajos o nulos niveles de ahorro; y iv) habitan en localidades en donde los sistemas de salud son deficientes o inexistentes. Todos estos efectos se han traducido en un aumento de la vulnerabilidad económica y social de las comunidades pesqueras artesanales latinoamericanas.
No obstante, se debe destacar que varios gobiernos de la región han llevado adelante esfuerzos importantes para mitigar los impactos negativos de la crisis sanitaria sobre las comunidades pesqueras artesanales. Los resultados de dichas acciones, sin embargo, han sido insuficientes. La razón principal es que los problemas que aquejan al sector pesquero artesanal son estructurales y no específicos de la coyuntura actual, esta simplemente ha visibilizado los problemas existentes mediante la magnificación de sus consecuencias.
La crisis sanitaria del COVID-19 se presenta como una oportunidad para implementar reformas estructurales al sector pesquero artesanal de la región. Específicamente, se recomienda aplicar las siguientes políticas:
- Construir líneas de base para las pesquerías a las que accede el sector artesanal y efectuar un análisis expedito de la salud biológica de esos recursos con el objetivo de establecer medidas de manejo adecuadas.
- Depurar los registros de embarcaciones y los padrones de pescadores.
- Incentivar la formalización a través del acceso a financiamientos de corto, mediano y largo plazo —destinados a inversiones que van desde el capital de trabajo hasta mejoras o sustitución de embarcaciones—, con el fin de reactivar la actividad pesquera artesanal.
- Modernizar los procesos burocráticos para la formalización del sector pesquero.
- Promover la asociatividad con el fin de reducir la fragmentación y dispersión del sector.
- Desarrollar el mercado interno a través de: i) la identificación, promoción y fortalecimiento de los distintos eslabones de la cadena de comercialización de recursos pesqueros en el mercado local; y ii) la implementación de programas de comunicación y educación de los consumidores locales.
- Modernizar el sector pesquero artesanal a través de un sistema continuo de capacitación y extensión.
- Diseñar, implementar y difundir protocolos sanitarios para todos los eslabones de la cadena pesquera artesanal.
- Establecer programas de mejoras regulatorias y de ordenamiento que promuevan el desarrollo sostenible de la actividad pesquera artesanal.
- Implementar sistemas tecnológicos de rastreo satelital de las embarcaciones artesanales para aumentar la seguridad de la actividad en altamar.
- Fortalecer y modernizar los organismos de control y monitoreo con miras a: i) obtener información oportuna sobre el estado de las pesquerías, ii) establecer un sistema de trazabilidad integral para reducir las actividades ilegales y iii) racionalizar los esfuerzos pesqueros a fin de evitar la sobrepesca.
- Mantener un programa científico permanente que analice los impactos de factores externos (ej. oceanográficos, climáticos, etc.) sobre las pesquerías para establecer un proceso de mejora continua y proactiva de las medidas de manejo.
El hecho de que la crisis del COVID-19 haya agravado los problemas estructurales que por décadas han afectado al sector pesquero artesanal de la región ha incrementado el sentido de urgencia a la hora de implementar políticas como las anteriormente propuestas. Estas reformas al sector permitirán mejorar la calidad de vida de las comunidades pesqueras artesanales, reducir los niveles de pobreza y proteger la seguridad alimentaria de la región. Solo de esta forma alcanzaremos finalmente el objetivo de que la pesca artesanal latinoamericana sea moderna, rentable y sostenible.