Medidas complementarias de pobreza

El anuncio del Banco Mundial es relevante porque da cuenta de un nuevo consenso que influirá en la forma en la que países miden la pobreza. En muchos países la pobreza se estima utilizando principalmente métricas monetarias que son útiles para proporcionar información sobre el porcentaje hogares cuyo nivel de ingreso o de gasto (consumo) no asegura que podrían comprar una canasta de bienes y servicios muy básicos. Este nuevo consenso propone complementar las medidas monetarias tradicionales con otros indicadores que reflejen situaciones en las que los hogares y sus miembros padecen varias carencias simultáneas en dimensiones del bienestar que se consideran básicas en cada país. Se trata de dimensiones que no dependen únicamente de cuánto dinero tienen las personas en su bolsillo, ni se refieren a bienes o servicios que se compran o venden directamente en los mercados: acceso permanente a agua segura, atención en salud, educación, conectividad social, entre otras.

Una característica importante derivada de la forma en la que estas métricas multidimensionales están construidas es que tienen utilidad práctica desde el punto de vista de las políticas públicas. Las medidas de pobreza multidimensional no solo permiten identificar cuál es el porcentaje de personas que viven en situación de pobreza, sino que también reflejan la intensidad de la pobreza que dichas personas experimentan y proporcionan información a los hacedores de política acerca de cuáles son las carencias específicas que contribuyen más a la pobreza multidimensional. Este último tipo de información es especialmente útil al momento de diseñar intervenciones de política pues, en contextos de escasez de recursos públicos, permiten priorizar el diseño e implementación de acciones orientadas a reducir las carencias que tienen una mayor contribución a la situación pobreza.

La evidencia internacional ha mostrado consistentemente que las personas que viven en pobreza monetaria no son necesariamente las mismas que enfrentan situaciones de pobreza multidimensional. Esto quiere decir que hay personas que pueden superar la línea de pobreza monetaria -tener suficientes recursos para cubrir el costo de la canasta básica- pero que, a pesar de ello, viven en hogares que experimentan varias carencias no monetarias a la vez. Como consecuencia, contar con ambas medidas de pobreza permite a los países realizar diagnósticos más completos de la pobreza que, a su vez, den lugar a políticas más efectivas para erradicarla.

El Perú no ha permanecido ajeno a este creciente consenso global y ya cuenta con herramientas de política para guiar el desarrollo de este tipo de métricas innovadoras para el diagnóstico de la pobreza. Específicamente, la Política Nacional de Desarrollo e Inclusión Social (PNDIS) al 2030 aprobada a fines de 2022 menciona de manera explícita que el Estado peruano reconoce que la pobreza es multidimensional y, en esa línea, hace referencia a un conjunto de dimensiones básicas del bienestar que incluyen a la salud, la educación, la vivienda, los servicios básicos, el empleo y la conectividad. Ello representa una oportunidad para el Perú que cuenta con un Sistema Estadístico Nacional solvente con capacidad técnica para tomar a la PNDIS como insumo y desarrollar una herramienta oficial de medición de pobreza multidimensional que complemente a la medida nacional oficial de pobreza monetaria reportada anualmente por el Instituto Nacional de Estadística e Informática. Adicionalmente, cabe recordar que el Perú forma parte desde 2012 de la Red de Pobreza Multidimensional, lo que le permite beneficiarse de la experiencia de otros países de América Latina y el Caribe que ya han implementado este tipo de medidas y que las utilizan para diseñar políticas públicas como Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay o República Dominicana.

Mejores y complementarias medidas de la pobreza permiten informar mejor las decisiones de gestores públicos, del sector privado, de los medios de comunicación y de la ciudadanía (y por ende de los electores). Esta mejor información contribuirá a que podamos como país definir una estrategia para retomar la senda de reducción pobreza, más aún en tiempos de bajo crecimiento.