CEO de Austral Group y Presidenta de OWIT Perú
En tiempos de recesión, la crisis económica no solo amenaza con hundir nuestro progreso sino, además, incrementar las brechas sociales del país. Sin duda, una gran deuda social que cargamos con mucha vergüenza es la violencia contra la mujer, la cual, junto con los robos, asesinatos y extorsiones, forma parte de las noticias que los medios de comunicación difunden cada día.
Las cifras confirman uno de los más terribles problemas de nuestra sociedad: A septiembre de 2023, se había reportado 122 feminicidios. Desde el 2009, año en el que se inició este registro, se han contabilizado 1,837 feminicidios, siendo Lima y Arequipa las regiones con los índices más altos. Recientemente, El Comercio informó que, cada seis días, un profesor es denunciado por violación sexual ante la policía, presumiéndose que la mayoría de víctimas son niñas, sin dejar de lado a los niños que también sufren este flagelo.
De acuerdo con el portal estadístico del Programa Nacional Aurora, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, a septiembre de este año se han registrado 22,959 casos de violencia sexual, donde el 71% son menores de edad; 41,211 casos de violencia física, donde el 62% de dichas mujeres no trabajan; y más de 44,500 casos de violencia psicológica, donde otro grupo de 63% de víctimas está desempleada.
Al cierre del 2022, el Perú se encontraba en el lugar 37 del Índice de la Brecha Global de Género, ubicándose como el séptimo país de la región que más avanzó en la reducción de esta brecha. Sin embargo, de acuerdo con el BID, a este ritmo, América Latina tardaría 67 años en cerrar por completo la brecha de género. Es decir, todavía las próximas dos generaciones vivirían en un país con discriminación de género, campo fértil en el que se desarrolla la violencia de género.
En la industria pesquera, tradicionalmente dominada por hombres, surgen destellos de esperanza. Así, entre las seis primeras empresas pesqueras del país, dos están lideradas por mujeres. Además, de los últimos tres presidentes de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), principal gremio pesquero del país, dos han sido mujeres.
¿Por qué el sector privado debería convertirse en timonel para reducir la brecha de género? Primero, y principalmente, porque es lo correcto, luego porque garantizar que todos, sin distinción de género, tengan igualdad de oportunidades en el acceso, participación y permanencia laboral nos asegura incorporar a la mitad del capital humano disponible en el país; y, finalmente, porque está demostrado que la diversidad enriquece las relaciones laborales y la productividad.
Queda claro que una de las principales causas de la violencia hacia la mujer es la dependencia económica y las limitaciones existentes para su desarrollo profesional. Ante ello, las empresas estamos llamadas a ejercer un rol activo, dejando de lado la indiferencia que conlleva la idea absurda de que la situación de desigualdad se solucionará por si sola.
Compromisos como utilizar lenguaje inclusivo; realizar procesos de selección incluyentes; impulsar la flexibilidad laboral; promover el equilibrio vida laboral y familiar; y eliminar todo tipo de publicidad que denigre a la mujer, son fundamentales, pero, si se quiere, secundarios, si no nos ocupamos de luchar contra la violencia a través políticas y vigilancia activa de lo que en cada ámbito pueda suceder; así como la sensibilización y capacitación de los grupos de interés.
El trabajo con las personas que conforman los stakeholders debe incluir la necesidad de impulsar la corresponsabilidad de los hombres en el cuidado del hogar. Todos sabemos que históricamente las labores de cuidado han sido asignadas a las mujeres, situación que se ha visto incrementada durante la pandemia. Un estudio global de The World’s Women confirma que las mujeres dedican aproximadamente tres veces más horas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, recortando esas horas a la posibilidad de capacitarse o de realizar trabajo remunerado.
Que más mujeres ingresen al trabajo y alcancen independencia económica es esencial para virar el timón hacia una reactivación económica. Impulsar sectores con fuerte presencia femenina, como comercio, turismo y servicios, potenciaría el empleo femenino. Reactivar la pesca y la agricultura, afectadas por los fenómenos climáticos, no solo generará empleo formal, sino que dinamizará la cadena de valor, integrada por un gran número de mujeres.
En el camino hacia la equidad de género, retroceder no es una opción. Avancemos con decisión, aun teniendo a veces que virar el timón hacia olas y mal tiempo, es vital para cerrar las brechas y construir un futuro donde hombres y mujeres naveguemos juntos y seamos aliados hacia un horizonte de igualdad.