(Foto: Freepik)
(Foto: Freepik)

Por Carla Olivieri, Rectora de UCAL

Participo en muchos foros y paneles de innovación y el concepto de abrazar el error siempre está presente. Los ejecutivos que estamos envuelta en innovación o transformación hablamos de que equivocarse es parte del proceso para crecer porque la curiosidad, asumir riesgos, experimentar, iterar son componentes clave del ecosistema de innovación. ¡Fantástico!

Sin embargo, como sucede en la gran mayoría de procesos de transformación que veo, existen dos ecosistemas que funcionan en paralelo: El de la innovación empresarial y el ecosistema de los individuos que conforman la organización.

En artículos anteriores he comentado cómo la principal barrera para implementar procesos de innovación son las personas, la cultura y cuán importante es que como parte del plan de innovación organizacional se incluya espacios para que los miembros de la empresa trabajen sus planes de innovación personal para alinear objetivos y evidenciar beneficios para la persona y para la empresa y así reducir bloqueos y resistencias.

Así como se alinean objetivos, metas y motivaciones, debemos alinear los sistemas para abrazar el error.

La empresa puede tener su política para abrazar el error, pero equivocarse no es sencillo. Implica exponer a las personas, implica arriesgar la imagen de uno en público. Equivocarse detona muchos miedos e inseguridades.

Si tus ejecutivos tienen miedo a equivocarse, por más política de abrazar el error que tenga tu empresa, las personas no se van a arriesgar; o si lo hacen, puede ser que en la empresa la cosa fluya, pero por dentro pueden estar experimentando sensaciones complicadas.

Una investigación que vengo realizando entre ejecutivos peruanos sobre el miedo arroja cifras interesantes. El principal temor es a fracasar (47%); en segundo lugar, está el miedo a ser “mal visto” (26%) y en tercer lugar el miedo a “no lograr mis sueños/objetivos” (16%).

Adicionalmente, hay una diferencia muy fuerte en cómo asumimos el error los hombres y las mujeres.

De mi investigación, cuando un hombre se equivoca en un proyecto o un resultado importante; solamente el 12% declara “sentirse muy mal”. En las mujeres, la cifra es de 74%.

Es que el hombre y la mujer asumen el error de manera diferente. De ese 88% de hombres que declara no “sentirse muy mal”, la clave radica en que tienen claro que, si recibieron crítica a algún proyecto o resultado, a crítica es a ese proyecto; no a él como persona.

La mujer se siente muy mal porque le cuesta “des-personalizar” el error y cuando recibimos alguna crítica, automáticamente comenzamos con un proceso de auto-descalificación personal intenso.

Con esto en mente, las empresas que iniciamos procesos de innovación o transformación, tenemos que entender la realidad interna de los miembros de los equipos y lo crucial que es trabajar la transformación personal primero incluyendo un capítulo importante al miedo y a entender las etapas del error.

A continuación, he desarrollado un esquema muy sencillo para entender las etapas del error, que me funciona muy bien cuando trabajo procesos de transformación en empresas:

Aunque el gráfico se vea obvio, no lo es tanto. Los pasos más difíciles son los 1 y 2.

El paso 3 generalmente se salta y como resultado, “abrazar el error” a nivel personal no llega a capitalizarse como debería.

¿Cómo funciona este esquema?

Cuando uno se equivoca, puede ser que inicialmente reaccionemos a la defensiva; es natural y hay que permitirse una pequeña catarsis. Pero luego oblígate a ser objetivo y acepta el error; con valentía y sin temor.

Lo segundo es definir el error. Definirlo va a forzarte a activar tu lado analítico-racional que te ayudará a “des-personalizar” la equivocación y no caigas en este terrible proceso de auto-destrucción.

El siguiente paso es reflexionar sobre qué ocasionó el error, siguiendo con cómo podrías haberlo evitado y, sobre todo, cómo evitarás que vuelva a suceder.

Finalmente, lo más rico e importante es ver qué aprendiste. Cuando vivimos estas etapas, es imposible no terminar sonriendo de lo mucho que uno aprende de un error. Equivocarse es una maravilla porque es una oportunidad para aprender y crecer; es como un análisis de sangre que te dice si tu colesterol y hemoglobina está bien o no. Si está alto, tomas cartas en el asunto.

En conclusión, creo que queda claro que para reducir resistencias al cambio y a los procesos de innovación o transformación, decir que en tu organización abrazan el error no es suficiente.