Los países de todo el mundo iniciarán este martes la negociación de un tratado que regule el alta mar de los océanos, una iniciativa que lleva preparándose una década y es considerada clave para proteger el medioambiente.
La sede de Naciones Unidas en Nueva York será el escenario de las discusiones, que se prolongarán en esta primera fase durante dos semanas.
El objetivo es cerrar un acuerdo para 2020, según decidió el pasado diciembre la Asamblea General de la ONU al aprobar el inicio del proceso de discusiones intergubernamentales.
En juego está el futuro de las aguas internacionales, que suponen dos tercios de la superficie total de los océanos.
Esa zona, también conocida como el alta mar, abarca todas las aguas situadas a más de 200 millas marinas de la costa y es compartida por todos los países.
Hasta ahora, las aguas internacionales han estado gestionadas bajo una serie de acuerdos y organismos internacionales, pero sin una jurisdicción clara, sin demasiada coordinación y con unas normas inadecuadas para su protección.
"Hay una grieta en la gobernanza internacional", explicó a Efe Liz Karan, directora de la campaña sobre los océanos de la ONU The Pew Charitable Trusts.
Según Karan, existe una "verdadera necesidad" de crear un mecanismo internacional que permita proteger los mares y que abarque a todos los sectores, desde la pesca a la extracción de petróleo y gas.
Su expectativa es que, tras años de preparación, los Gobiernos lleguen a Nueva York listos para comenzar rápidamente a redactar ese instrumento.
"Los océanos más allá de las fronteras cubren la mitad de nuestro planeta y nos pertenecen a todos. No tienen banderas, idiomas o divisiones nacionales. No tienen departamentos gubernamentales que los protejan", explica Sandra Schoettner, de Greenpeace.
Para esta y otras organizaciones ecologistas, las negociaciones que arrancan esta semana suponen una oportunidad única para salvar los mares de la sobrepesca, el cambio climático y otros problemas.
Schoettner sostiene que se trata de una ocasión "única en la historia para proteger el azul de nuestro planeta azul".
"La ciencia es clara: necesitamos proteger al menos el 30 % de nuestros océanos para 2030. La vida en nuestros mares depende del resultado de los próximos dos años de negociaciones", insiste.
Los ecologistas y muchos países defienden para ello la creación de reservas marinas, que serán una de las partes clave de las negociaciones.
A día de hoy, media docena de países (China, Taiwán, Japón, Indonesia, España y Corea del Sur) se reparten el grueso de la pesca en alta mar, a través de compañías apoyadas en muchos casos por importantes subsidios públicos.
Según numerosos estudios, sin esas ayudas gran parte de esa flota no sería sostenible económicamente, lo que unido al impacto que la industria tiene en los ecosistemas marinos, ha llevado a algunas voces a proponer una prohibición total de ese tipo de pesca.
Según un estudio liderado por la Universidad de la Columbia Británica canadiense, las capturas en alta mar representan únicamente un 10 % del total mundial, pero tienen un gran impacto, dados los enormes barcos y cantidades de combustible necesarios.
Los autores del informe aseguran que cerrar las aguas internacionales a la pesca permitiría reponer muchas especies y, como consecuencia, aumentar en un 18 % las capturas costeras.
En la resolución aprobada en diciembre por la Asamblea General de la ONU se subraya la necesidad de garantizar una pesca sostenible, combatiendo las capturas ilegales, no reguladas o excesivas y mejorando la cooperación entre países.
Además de para proteger a las especies marinas, salvaguardar el océano es clave frente al cambio climático, pues las aguas absorben calor y gases de efecto invernadero, gracias sobre todo a la labor de muchas especies de plancton.
Según Ocean Unite, una organización que promueve la protección de los mares, el océano se queda con un cuarto de las emisiones de dióxido de carbono y el 90 % del calor derivado de ellas.