Años después de cruzar a pie varios países para escapar de la crisis económica, miles de venezolanos regresan a la frontera con las mismas maletas con las que salieron.
El puente que cruzaron con la ilusión de conseguir un futuro mejor está clausurado.
Venezuela recibe a los migrantes por grupos de 300 personas por día. Los que llegan deben anotarse en una lista, luego buscan un lugar donde permanecer días, quizás semanas o meses.
Los turnos que les asignan para cruzar son anotados a mano en pulseras de colores. Perderlas podría significar pasar más tiempo en el campamento, lo que aumenta las posibilidades de contagiarse.