La histórica caída de las emisiones de carbono registrada en el 2020 debido a las restricciones impuestas por la pandemia “corre el riesgo de revertirse” a medida que los países se desconfinan y regresa la actividad económica, advirtió el economista jefe de BP, Spencer Dale.
Dale encabezó la presentación por internet de la Revisión estadística de la energía mundial 2021, donde los expertos de la compañía petrolera repasan la evolución del mercado energético el año pasado, uno de los más “dramáticos” conocidos.
El economista constató que, en el 2020, la demanda energética mundial cayó en torno a un 4.5%, mientras que las emisiones de carbono derivadas del consumo de energía bajaron 6.3%, “el mayor retroceso desde la segunda Guerra Mundial”.
También se redujo a niveles récord “la intensidad de carbono del conjunto de energías” utilizadas a nivel mundial, debido en buena medida al desplome sin precedentes, en un 9.3%, del consumo de petróleo, por la paralización de la aviación y el transporte.
Dale señaló que, aunque enorme desde una perspectiva histórica, la caída de las emisiones de carbono en el 2020 “es similar a lo que el mundo necesita de media cada año durante 30 años para poder alcanzar los objetivos contra el cambio climático acordados en el 2015 en París”.
Los Gobiernos y las compañías tienen el reto de “conseguir una caída de emisiones en una escala similar a la del año pasado sin causar un enorme trastorno y daño a nuestras vidas y medios de subsistencia”, sostuvo.
Auge de las renovables
El confinamiento experimentado el año pasado causó “el mayor crecimiento registrado en la generación de energías renovables”, que además ampliaron su cuota hasta niveles sin precedentes dentro de la “canasta energética” a nivel mundial, señala el informe.
“Esta tendencia es lo que el mundo necesita en su transición hacia la neutralidad de carbono o cero neto de emisiones en el 2050”, indicó Dale, que advirtió sin embargo, como elemento en contra, de que en el 2020 la nociva producción de carbón “siguió prácticamente sin cambios”.
“Estamos lejos de poder expulsar el carbón del sector energético global”, dijo el experto, y agregó: “Existe un riesgo significativo de que la caída de las emisiones de carbono del 2020 se reviertan a medida que el mundo se desconfina y se recupera la actividad económica”.
Con todo, Dale destacó como algo positivo que, seis años después del acuerdo de París contra el cambio climático, ha aumentado “el nivel de ambición de países y empresas para llegar al cero neto”, motivado en parte por un incremento de “la presión social”.
Esta presión se ha manifestado, entre otras cosas, en un crecimiento de la demanda por fondos de inversión respetuosos con cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ERG, en inglés), señaló.
El experto reconoció que la mayoría de ambiciones climáticas aún deben traducirse “en actos”, incluido el compromiso de BP de alcanzar el cero neto en el 2050.
Responsabilidad de las empresas
En la mesa redonda tras la presentación del informe, Giulia Chierchia, vicepresidenta ejecutiva de estrategia y sostenibilidad de BP, aseguró que el COVID-19 ha sido “un gran acelerador” del proceso de transición energética en el sector del petróleo y el gas.
“Estamos viendo cómo las empresas están adoptando compromisos muy específicos en el camino hacia el cero neto”, dijo, pero subrayó que “el esfuerzo de descarbonizar el sistema energético debe hacerse conjuntamente con inversores, legisladores y Gobiernos”.
En el mismo debate, Nigel ?Topping, representante británico de cambio climático de Naciones Unidas para la COP26 (Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático del 2021, que se celebrará en noviembre en Escocia), constató que, si no se “acelera el ritmo de cambio”, la caída de emisiones no solo se revertirá, sino que podrían crecer más que antes.