Los países del G7 subrayaron hoy su compromiso para acelerar una transición hacia la neutralidad climática que sea “limpia y justa” y que garantice al mismo tiempo la seguridad energética.
Junto con la guerra de Ucrania, este objetivo fue punto central de las deliberaciones en la segunda jornada de la cumbre de Elmau, al sur de Alemania, en la que al club de naciones industrializadas se sumaron como invitados Argentina, India, Indonesia, Sudáfrica y Senegal.
El canciller alemán, Olaf Scholz, afirmó al término que las conversaciones sobre la cuestión del clima, del abastecimiento energético y la lucha contra el hambre fueron “abiertas y constructivas” y que el diálogo continuará.
“Todos estamos dispuestos a tomar las decisiones que sean necesarias. No sabemos cómo cambiará el mundo, pero está claro que lo afrontaremos mejor si actuamos juntos,” aseveró el canciller, en relación al punto de inflexión que marcó la invasión rusa de Ucrania.
Consideró, además, que con el inicio de la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero, no puede haber, para Rusia, “una vuelta atrás”, ya que con ello emprendió un camino “sin retorno” y rompió con todos los principios fundamentales de la comunidad internacional.
Admitió, sin embargo, que hay “distintas perspectivas” respecto a Rusia. Aludía así a la posición de varios de esos países invitados, tres de los cuales -India y los dos estados africanos- se habían abstenido en la votación condenatoria contra Rusia de la Asamblea General de la ONU, el pasado mayo.
A ello se suma que Indonesia ejerce la presidencia de turno del G20, el grupo que aglutina a las potencias industrializadas y a las emergentes, incluida Rusia, a cuya cumbre, en noviembre, se propone asistir Vladímir Putin.
Scholz no proporcionó detalles concretos sobre el resultado de las deliberaciones. Un comunicado emitido por la presidencia del G7 -que junto a Alemania reúne a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón, Francia e Italia- se mantuvo vago al respecto.
Según este documento, los países del G7 reafirman su compromiso con los objetivos del Acuerdo de París y aspiran a mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados.
Con este fin, cooperarán para implementar reformas que aceleren el adiós al carbón y la reducción de emisiones, asegurando al mismo tiempo el acceso universal a una energía asequible y sostenible, para lo que se tendrán en cuenta las condiciones y prioridades de cada país.
Además, colaborarán para solventar los “potenciales impactos negativos” de la decarbonización y facilitar la creación de puestos de trabajo “verdes y con buenas condiciones”.
Los líderes del G7 hicieron especial hincapié en el modelo de los acuerdos de cooperación para una transición energética justa (JETP por sus siglas en inglés) como el que existe con Sudáfrica, por el que países en vías de desarrollo reciben incentivos para desarrollar energías limpias.
Indonesia, la India, Senegal y Vietnam accederán a negociaciones para cerrar acuerdos de este tipo, mientras que Argentina por el momento sólo “cooperará” con el G7 para avanzar hacia la neutralidad climática.
No obstante, más allá del abandono del carbón y del fomento de las energías renovables y la eficiencia energética, al tocar el tema de la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles la declaración no hizo referencia a cifras concretas o a otras fuentes de energía, como el gas natural.
Un 75 % más de GNL
Por otro lado, el presidente estadounidense, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, acordaron hoy en una reunión bilateral seguir cooperando para reducir la dependencia europea del gas ruso, a través de la disminución del consumo, pero también con la diversificación de las importaciones.
En un comunicado subrayaron que desde marzo las exportaciones globales de gas natural licuado (GNL) a Europa se han incrementado en un 75 % en relación a 2021 y en particular las exportaciones de EEUU al bloque de los Veintisiete se han triplicado con respecto al mismo periodo de tiempo del año anterior.
Washington es un “socio clave” para la “diversificación sostenible” del suministro de gas al sudeste de Europa, tradicionalmente muy dependiente del gas ruso, y de otros estados miembros “afectados de forma aguda” por la situación de crisis, destacaron.
No obstante, afirmaron ser “conscientes” del impacto ambiental de la producción y proceso de transporte del GNL, por lo que se comprometieron a reforzar su cooperación para garantizar que el comercio con GNL se alinea con los estándares internacionales para la detección de emisiones de metano, a la par que se esforzarán en reducir las fugas y la quema de gas sobrante.