Por Faye Flam
Por encima de todo, es una buena noticia que el presidente Donald Trump haya anunciado que quiere plantar más árboles; puede que sea lo único que tiene en común con las personas que se preocupan por el futuro del planeta a largo plazo.
Los árboles no solo proporcionan un hábitat a la fauna silvestre, sino que pueden ayudar a mitigar el calentamiento global, hasta cierto punto.
Las promesas de plantar árboles aparecieron después del Foro Económico Mundial en Davos y en su discurso del Estado de la Unión; tal vez sea la promesa más ecológica que ha hecho desde que inició su presidencia.
Otros republicanos también se están acercando a los árboles, incluido el congresista de Arkansas Bruce Westerman, quien ha presentado su propio proyecto de ley al respecto. Si Trump y otros republicanos ahora quieren aceptar la visión científica predominante sobre el cambio climático, esa es una buena noticia y deberíamos celebrarla.
No obstante, antes de que todos nos vayamos en grupo a abrazar los árboles junto a Trump, resulta que hay que hacer unas cuantas salvedades. La primera es que algunas personas podrían estar confundiendo la plantación de árboles con los recortes de emisiones. Ciertamente, los árboles pueden absorber dióxido de carbono, pero no son suficiente por sí solos para detener el calentamiento global.
Vimos este mismo error hace unos meses, cuando un artículo en la revista Science exageraba el poder de los árboles para absorber el CO2 que se ha estado acumulando en la atmósfera. Los investigadores, del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich, calculaban que la Tierra podría soportar un billón de árboles más, los cuales serían suficientes para absorber todo el carbono emitido por los seres humanos a través de la quema de combustibles fósiles.
Para ponerlo en perspectiva, los científicos calculan que en el planeta había seis billones de árboles antes de que la humanidad empezara a cortarlos y quemarlos. Hemos reducido el total a tres billones.
El artículo capturó grandes titulares en la prensa, pero la revista publicó posteriormente cinco refutaciones en forma de carta. El científico climático de la Universidad de Berkeley en California Zeke Hausfather asegura que el artículo original sobreestima en un factor de dos la cantidad de carbono que pueden absorber los árboles. De acuerdo con sus cálculos, la plantación de árboles podría eliminar entre 8 y 9 años de emisiones recientes. Sin duda es impresionante, pero no es suficiente.
Luego está la cuestión de dónde plantar un billón de árboles. Algunos tendrían que ser plantados en terrenos que actualmente se usan para la agricultura o la ganadería, o en sabanas naturales que de por sí son ecosistemas naturales, como argumentaba la bióloga Robin Chazdon, de la Universidad de Conneticut, en un comentario que acompañaba el artículo original de Science.
En algunas áreas de la tundra, los árboles pueden empeorar el cambio climático, asegura Hausfather, ya que disminuyen el albedo (la reflectividad del suelo). La nieve clara refleja más luz que un terreno cubierto de árboles, lo cual ayuda a mantener el frío.
"Hay un largo historial de personas que creen que existen fórmulas mágicas para solucionar el cambio climático", dice, "ya sea energía nuclear o árboles fotovoltaicos". Ha calculado que la única manera de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados es empezar a recortar emisiones ahora, aunque los árboles sí comprarían tiempo —algunos años antes de tener que recortar las emisiones a cero—.
No obstante, las compañías ya se están lanzando sobre el potencial de la plantación de árboles para evitar la culpa del carbono a sus clientes. De acuerdo con un artículo de MIT Technology Review, la aplicación para reservar vuelos Hopper está ofreciendo donar suficiente dinero para plantar cuatro árboles por cada vuelo reservado. El efecto negativo del vuelo es inmediato, mientras que el efecto positivo de los árboles se verá en un futuro lejano.
Los beneficios de la plantación de árboles también son frágiles y fácilmente reversibles. El exceso de carbono que causa problemas hoy en día había estado enterrado durante millones de años.
El carbono absorbido por las plantas regresa a la superficie si estas mueren por una enfermedad, por deshidratación, por calor o porque se queman, como sucede con cada vez más frecuencia con los incendios forestales descomunales. Existen métodos de volver a enterrar el carbono: experimentos cuya escala se podría aumentar para convertirlos en tecnología de captura de carbono. No obstante, nada de esto sustituye dejar los combustibles fósiles bajo tierra.