La responsable de derechos humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, dijo el lunes que no buscará un nuevo mandato de cuatro años, tras un primer periodo empañado por las críticas a su respuesta al tratamiento que reciben de China los uigures y otras minorías musulmanas en la región occidental de Xinjiang.
Bachelet hizo el anuncio en su mensaje de apertura de la sesión del Consejo de Derechos Humanos. Su intervención en la sesión, dijo, “será la última en la que informo” al organismo de 47 miembros, respaldado por la ONU. La vocera de la oficina de derechos Ravina Shamdasani confirmó que eso quería decir que Bachelet, expresidenta de Chile, no buscaría un segundo mandato de cuatro años cuando éste termine el 31 de agosto.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que escoge al jefe de derechos de la ONU, reiteró hace poco su apoyo a Bachelet, criticada por Estados Unidos y otros por supuestamente no hacer suficiente contra los supuestos abusos de derechos en Xinjiang durante su viaje a China el mes pasado, cuando se reunió con el presidente, Xi Jinping, y otros altos cargos.
Bachelet, de 70 años, asumió el cargo en setiembre del 2018 y expresó de inmediato su esperanza de visitar China y revisar por sí misma la situación de derechos en Xinjiang.
Su oficina reiteró que ella y su equipo trabajaban para crear las condiciones adecuadas para el viaje, que finalmente se produjo el mes pasado. Pero sus críticos dijeron que no había hablado con suficiente firmeza y no presionó lo suficiente a las autoridades durante la visita. Ella insistió en que el viaje no era una “investigación” y recalcó que había abierto un canal de comunicación con las autoridades chinas de alto nivel.
Bachelet, una política con experiencia que había tratado con mandatarios de todo el mundo como presidenta de Chile, e hija de un hombre que fue torturado durante un régimen de derechas en su país, estaba ampliamente considerada como una elección sabia en el ámbito político que aportaría una estrategia menos directa y más cooperativa al cargo, a diferencia de su predecesor, el príncipe jordano Zeid Ra’ad al-Hussein.
Tras una breve conferencia de prensa en China al terminar su viaje el 28 de mayo, Bachelet aprovechó el discurso del lunes ante el consejo de derechos para dar más detalles sobre sus conversaciones con las autoridades chinas. Dijo haber expresado su preocupación por la detención arbitraria y el “patrón de abusos” contra uigures y otras minorías de mayoría musulmana en Xinjiang.
La funcionaria señaló que su esperado reporte sobre la situación de derechos en Xinjiang -donde según algunas voces críticas, los uigures han sido sometidos a un genocidio- se está “actualizando” y se compartirá con las autoridades de Beijing “para comentarios sobre hechos” antes de su publicación. China ha rechazado las acusaciones y defiende sus “centros de formación y educación vocacional”, que las voces críticas describen como centros de detención.
Human Rights Watch publicó la semana pasada un comunicado de 230 grupos activistas que representaban a personas de Xinjiang, Tíbet, Hong Kong y otros lugares de China y que pedían la renuncia de Bachelet. En el documento, los grupos la acusaban de “blanquear las atrocidades de derechos humanos del gobierno chino” durante su visita.
Bachelet ha defendido antes el viaje, en el que se reunió directamente con el presidente Xi, como una oportunidad de entablar conversaciones directas con dirigentes chinos y allanar el camino a interacciones más regulares para instar a China a cumplir sus obligaciones según el derecho internacional de derechos humanos.
El lunes dijo que había planteado “las violaciones de derechos humanos en el contexto de las políticas chinas para combatir el terrorismo y salvaguardar la seguridad nacional” así como las protecciones para minorías étnicas, mujeres y derechos humanos “en el espacio digital” y los negocios.
En su discurso de recapitulación, Bachelet enumeró una serie de preocupaciones, como la inflación, la creciente inseguridad alimentaria, las preocupaciones sobre el medio ambiente y preocupaciones específicas de algunos países.
Se refirió a un posible brote grave de COVID-19 en Corea del Norte si no se emprende una campaña de vacunación allí y pidió a la comunidad internacional que “relaje las sanciones” para permitir que la ayuda internacional y contra el COVID-19 llegue a la gente en el país. La Organización Mundial de la Salud ha lamentado que Pyongyang no ha proporcionado información suficiente sobre el brote allí.
Sobre Rusia, Bachelet tachó de “preocupantes” las detenciones arbitrarias de un “gran número” de manifestantes contrarios a la guerra del presidente, Vladimir Putin, y expresó su preocupación por un aumento de la censura y las restricciones sobre los medios independientes en Rusia.