Europa será la región del mundo con una tasa de crecimiento de la demanda eléctrica más baja en el 2022 (por debajo del 1%) y también con la mayor corrección respecto a las expectativas a comienzos de año (menos de la mitad).
Europa será la región del mundo con una tasa de crecimiento de la demanda eléctrica más baja en el 2022 (por debajo del 1%) y también con la mayor corrección respecto a las expectativas a comienzos de año (menos de la mitad).

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la demanda global de electricidad, que en el 2021 dio un salto de 6% en gran medida en reacción al parón durante la pandemia, crecerá un 2.4% este año y una cifra similar en el 2023, un ritmo parecido al del 2015-2019, pero menos de lo que anticipaba a comienzos del año.

Esa revisión a la baja se explica sobre todo por el efecto de la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente ralentización económica, en particular en Europa, explica la AIE en un informe sobre el mercado de la electricidad publicado este miércoles que actualiza sus proyecciones de enero.

Pero más allá de ese impacto por la escalada de los precios de la energía, también están pesando los confinamientos de los meses por el COVID-19 en China, que han afectado a la actividad económica del gigante asiático.

Europa será la región del mundo con una tasa de crecimiento de la demanda eléctrica más baja en el 2022 (por debajo del 1%) y también con la mayor corrección respecto a las expectativas a comienzos de año (menos de la mitad).

Como contrapunto, en el continente americano el consumo de electricidad aumentará este año casi un 2%, una proyección superior a la que la AIE hacía en enero y que se explica sobre todo por la rápida recuperación económica en Estados Unidos.

El tirón en ese país, con un alza de 2% este ejercicio, contrasta en América con la corrección a la baja de las expectativas en los otros dos gigantes del continente: México (2.3%, en lugar de 3.6%) y Brasil (1.5% en lugar de 4%).

La AIE calcula que este año se alcanzará un segundo récord consecutivo de nuevas capacidades renovables para generar electricidad en el mundo, que producirán un 10% más kilovatios que en el 2021, lo que significa que su cuota subirá a un nuevo máximo de 30%.

Eso, pero también una demanda menos boyante de lo que se esperaba (por la ralentización económica), va a contribuir a que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) derivadas de la producción de electricidad, que habían llegado a un máximo histórico de 13 gigatoneladas en el 2021, disminuyan en torno a un 0.3% este año y un 1 % en el 2023.

Esas emisiones sólo van a aumentar en el 2022 en Europa (un 3%) debido a una mayor utilización de las centrales de carbón, las más contaminantes, para paliar el coste de funcionamiento de las de gas, con un precio por las nubes.

Sin embargo, será un repunte muy puntual, ya que la aceleración de las instalaciones de renovables y el práctico estancamiento de la demanda en el 2023 deberían conducir a un bajón de las emisiones de 8% en el Viejo Continente, prevé la AIE.

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