¿Cómo ha evolucionado la minería?La tradición minera es ancestral, y su evolución se ha dado, principalmente, gracias al desarrollo tecnológico, pasando de una minería solo de socavón, a una de recuperación de minerales (diseminado). Así, hoy somos un país polimetálico, con un potencial que es como un libro abierto para los geólogos.

La apertura de los años 90 no solo permitió la minería de mediana escala, sino que las empresas mineras nacionales también fueron creciendo, y nuestra riqueza geológica atrajo a las principales compañías transnacionales, cuyo trabajo ha hecho que la producción de todo el país vaya creciendo.

Pero pese a la importancia de la actividad, hoy entre el 19% y 20% del territorio nacional tiene concesiones, del cual solo un 0.32% está en exploración, lo que no implica que esas zonas van a terminar siendo una operación minera. Y hemos hablado de que hemos tenido minería en el país siempre, y hoy solo tenemos menos del 1% del territorio en operaciones de una industria que representa casi el 57% de las exportaciones totales del país.

¿Qué desafíos afronta el sector?Cuando se ubica un yacimiento, uno tiene que ir dispuesto a llegar a ese sitio, convertirse en un vecino más del barrio y establecer una relación de respeto mutuo. No puedes llegar de otra manera, pues la primera impresión marcará la tendencia de la relación con la comunidad.

Es por ello que hoy el geólogo no solo puede pensar en el aspecto operativo-técnico, y en la riqueza del yacimiento que va a encontrar, sino que tiene que pensar en el desarrollo mutuo. Así, al estar en zonas donde el Estado no llega, empezamos muchas veces a desarrollar programas de responsabilidad social, asumiendo un rol que, aunque no nos corresponde, no hay nadie que lo haga.

Es importante cuidar esta parte social porque a veces cuando el diálogo ya se ha establecido, y funciona bien, viene alguien que pone un poco de ruido, y termina disturbando esta relación.

Por otro lado, hoy vemos que las regiones que reciben canon están preocupadas por su menor recepción, producto del descenso de los precios de los metales, pero no creemos que sea una situación para desesperarse o alarmarse, sino para ser prudentes. Y esto nos debe enseñar a tener mucha más visión de futuro, y mucha más precaución en el mejor uso y la gestión de los recursos.

¿Qué impide mejorar la competitividad del sector?El desarrollo armónico de la industria minera necesita un país competitivo. Tenemos una buena base geológica, con estabilidad macroeconómica, pero aún falta reducir la conflictividad social.

Hoy vemos varias situaciones de violencia entre extractores de minerales ilegales, que buscan más tiempo para poder formalizarse. Hay que reconocer los esfuerzos del Gobierno, con las mesas de desarrollo que llegan a estas zonas en estadios tempranos de una operación minera, pues ya está asumiendo el rol que le corresponde, al lado de la población y al lado de la empresa. Pero aún urge apoyar la formalización y erradicar la ilegalidad.

De otro lado, tenemos que construir infraestructura para ser competitivos como país. Hoy que el mundo está preocupado por la reducción de las exportaciones, pero no se puede hacer más que saber convivir con los precios cíclicos de los metales. Es por ello que esta situación puede ser afrontada con un mayor dinamismo en la construcción.

De este modo, el establecimiento de competitividad, vía infraestructura, reglas claras, y mejora en el capital humano nos hace mucha falta. No estamos a la altura del desarrollo adecuado al que deberíamos estar.

Proyectos quedan en 'stand by' en épocas bajasEn épocas como esta, de bajos precios de los metales, lo primero que se hace es dejar en 'stand by' (en espera) los proyectos que no son indispensables en el momento, lo cual implica que no se necesite la misma cantidad de trabajadores. Mientras que cuando estamos en etapa de buenos precios, lo que tenemos que hacer siempre es preparar el negocio para ser más eficientes. Entonces invertimos en tecnología, mejoramos los procesos, tenemos la posibilidad de mejorar en capacitación, en capital humano y en infraestructura.

Invertimos también en nuevos proyectos y exploraciones para crecer como empresa, e iniciamos una serie de obras que permitan mejorar el negocio, al mismo tiempo que tenemos mayor participación en el desarrollo de comunidades. Entonces, las poblaciones crecen también, pues hay más demanda de obras, de servicios e infraestructura que permite que las poblaciones vengan. Y esto, a su vez, genera cadenas productivas en la zona y en otras que puedan abastecer de insumos.