Situaciones como los rezagos de la última crisis financiera, la desaceleración de las economías en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China o el retroceso de la actividad manufacturera llevaron a los bancos centrales a recortar sus tasas de interés y mantenerlas bajas (o incluso llevarlas a terreno negativo, como en la Eurozona) para reactivar las economías.