Alfred Rava, un abogado de San Diego, se considera un aguerrido luchador contra la discriminación de género, pero no en el sentido que piensa la mayoría de la gente. Sus blancos son las organizaciones de mujeres y los eventos exclusivos para ellas que, asegura, discriminan de manera ilegal a los hombres.
En los últimos 12 años, Rava, de 62, ha ido contra los Oakland Athletics por entregar pequeños regalos promocionales en el Día de la Madre, obligó a un organismo de prevención de incendios de San Diego a cancelar un “campamento de empoderamiento para niñas” y obtuvo un fallo histórico de la Suprema Corte de California al cuestionar cuotas de admisión más altas para los clientes varones en un club de comidas.
Dice haber ganado en todos los casos. Últimamente Rava le apunta al pequeño pero creciente conjunto de empresas y agrupaciones que buscan empoderar a las mujeres en su carrera profesional.
Los espacios de cotrabajo, como The Wing, y las redes de desarrollo profesional como Ladies Get Paid se han vuelto más populares en los últimos años en parte, dicen, porque las mujeres buscan refugio de la discriminación que sufren en las esferas profesionales dominadas por los hombres. Pero Rava sostiene que su solución centrada en las mujeres es injusta con los hombres.
Es contrario al sentido común argumentar que los hombres sufren discriminación. Las mujeres tuvieron casi dos veces más probabilidades que los hombres de decir que habían experimentado discriminación de género en el trabajo, según una encuesta del 2017 de Pew Research Center.
El mundo empresarial estadounidense sigue estando dominado por los hombres, que dirigen el 95 por ciento de las compañías del S&P 500 y ocupan la mayoría de los puestos en los directorios de empresas.
Pero eso no significa que no pueda ocurrir. “Hay pequeñas grietas en la desigualdad de género en las que sí parece que se discrimina a los hombres”, dijo Michael Kimmel, sociólogo y fundador del Centro para el Estudio de los Hombres y las Masculinidades de la Universidad de Stony Brook en Nueva York.
Una organización que quedó atrapada en esa grieta es Ladies Get Paid, una startup fundada en el 2016 para enseñar a las mujeres a negociar su remuneración y tener más confianza en sí mismas en los lugares de trabajo. El grupo organizó eventos en San Diego y Santa Monica, y cuando a dos hombres no se les permitió la entrada, estos recurrieron a Rava y presentaron una demanda.
Claire Wasserman, fundadora de Ladies Get Paid, dijo que nadie en la organización recordaba a los demandantes ni haber rechazado a ningún hombre en sus eventos en California. Al igual que otras en la hermandad de las empresarias mujeres cuestionadas por Rava, Wasserman llegó a un acuerdo judicial de términos no revelados. Ahora, dice, la organización está al borde de la quiebra.
Rava no tiene remordimientos. En un correo electrónico se define como “un defensor de la diversidad y la igualdad en el trato”. Es más, dijo, “todas las empresas demandadas detuvieron la discriminación sexual contra millones de consumidores californianos después que presenté mis demandas”.