Japón
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La revelación de que una escuela médica de Tokio excluyó de forma sistemática a estudiantes mujeres para favorecer a varones menos calificados indignó al mundo. En Japón, sin embargo, pocos esperan que las cosas cambien pronto.

El escándalo destaca los problemas mayores que enfrenta el primer ministro Shinzo Abe en su intento de reanimar la economía. Desde roles de género más fijos hasta una cultura laboral más rígida y crecientes necesidades en el área de salud de una sociedad que envejece con rapidez, muchos de los problemas más persistentes de Japón quedaron expuestos en la Universidad Médica de Tokio.

La universidad admitió este mes que había manipulado los puntajes de los exámenes para asegurar que las mujeres siguieran siendo minoría en su alumnado, dado que se temía que la gran cantidad de horas de trabajo pudiera llevarlas a abandonar la fuerza laboral. Datos gubernamentales indican que menos de las tres cuartas partes de las médicas siguen trabajando 12 años después de graduarse, en comparación con casi el 90% de los hombres.

La población más vieja del mundo se ha sumado a la tradición japonesa de largas jornadas laborales y a la indiferencia respecto de desperdiciar el talento femenino, lo que se conjuga en una combinación tóxica que ha afectado las perspectivas de carrera de las mujeres así como la mejora de la productividad y el nivel de vida en Japón. El gobierno ha lanzado una revisión nacional de los procedimientos para el ingreso a las escuelas médicas.

La difusión del escándalo podría marcar el comienzo de un cambio cultural, dijo Takuji Okubo, economista jefe de Japan Macro Advisors en Tokio, si bien advirtió que el cambio exigiría una considerable voluntad política.

“Tal vez haya gente que esté empezando a sentir que lo que hacía estaba mal como consecuencia de la presión general para que haya más equidad entre hombres y mujeres”, dijo Okubo. Agregó que en Japón aún hay mucho por hacer para que las cosas sean como deben ser. “Hará falta un importante liderazgo político. Al ritmo actual llevará algunas décadas”.

Efecto limitado
La preocupación ante la contracción de la fuerza de trabajo de Japón y el envejecimiento de la población ha llevado a Abe a tratar de eliminar las barreras que impiden que las mujeres contribuyan plenamente a la economía.

Su serie de medidas ha sido blanco de críticas por no avanzar lo suficiente y Abe ha dado escasas muestras de estar dispuesto a cambiar de rumbo en momentos en que hace campaña para un nuevo mandato de tres años como primer ministro.

Abe presentó este año legislación que limita el tiempo de trabajo adicional y trata de reducir la brecha de tratamiento entre empleados de tiempo completo y de media jornada, categoría a la cual con frecuencia se ven impulsadas las mujeres.

Ha prometido permitir que todos trabajen si quieren hacerlo, independientemente de su edad, de una discapacidad y de responsabilidades familiares. Hasta ahora el efecto ha sido limitado. El diario Nikkei informó que las restricciones al tiempo adicional no entrarán en vigencia en la profesión médica hasta el 2024.