Contar con un empleo no lo hace a uno empleable. Reinventarse según el contexto y poder mantenerlo, sí. El mundo laboral está en constante movimiento —más en esta coyuntura— y las empresas están obligadas a adaptarse rápidamente, con lo cual los profesionales deben responder a las nuevas demandas para mantenerse vigentes.
“La capacidad de adaptarse y hacer cambios ante la nueva normalidad va a determinar el éxito de las instituciones, y ciertamente también de las personas”, asegura la consultora en empleabilidad Carla Bugosen Tannous.
La pregunta que surge, entonces, es: ¿cómo uno se puede mantener empleable? Bugosen Tannous sostiene que el colaborador debe entender que la transformación digital no es exclusividad de las áreas de Tecnologías de la Información (TI) de las empresas. El manejo de nuevas herramientas digitales, plataformas colaborativas y la curiosidad por automatizar y mejorar los procesos son exigencias que se demandan para todos los trabajadores, independientemente de su expertise.
Por ejemplo, hoy existen tecnologías de inteligencia artificial que permiten hacer lecturas automáticas del CV de un candidato para hacer ‘matching’ entre la experiencia descrita en el CV y los requerimientos del puesto. “Esas tareas tienen que ser cubiertas desde el área de recursos humanos, y no necesariamente desde TI”, sostiene Bugosen Tannous.
La comunicación, la resolución de problemas y la capacidad de desenvolverse en un entorno digital también son indispensables. “Independientemente de la búsqueda de un perfil especializado, la experiencia no es lo que diferenciará a un candidato, sino las habilidades blandas que potencian su perfil hacia uno integral. Hoy, en un entorno de trabajo remoto, la ‘sobrecomunicación’ se vuelve indispensable. Es decir, darle un mayor énfasis a la comunicación verbal en un contexto en que se carece de lenguaje corporal”, explica la consultora en empleabilidad.
El nuevo entorno de trabajo brinda mayor autonomía y flexibilidad al colaborador, pero también exige mayor responsabilidad. El desempeño ya no se mide por la cantidad de horas que se destinaban a una tarea, sino que se orienta mucho más a la productividad de un colaborador. “En este contexto, será importante contar con la habilidad para gestionar nuestro tiempo y con la disciplina para cumplir con una planificación flexible que permita mantener el foco en los objetivos. Esto, sumado con la autogestión, generará bienestar en el día a día e inspirará a agregar valor”, remarca Bugosen.