Por Gina Chon*

A Trump le gusta compararse con Reagan, quien fue presidente cuando la exestrella de "reality shows" se hacía un nombre en la escena de los bienes raíces de Nueva York.

Su administración ha adoptado una de las tácticas comerciales favoritas de Reagan -la Sección 301 de la Ley de Comercio de de 1974- para castigar a por robo de propiedad intelectual y transferencias tecnológicas forzadas. La ley permite al presidente imponer tarifas unilateralmente en casos de violaciones de acuerdos comerciales o prácticas comerciales desleales.

El gobierno de lanzó 49 pesquisas bajo la Sección 301, muchas contra Japón, el villano comercial de ese tiempo. Una investigación de 1985 sobre exportaciones de semiconductores japoneses llevó un emblemático acuerdo el año siguiente bajo el cual el país acordó no volcar "chips" a Estados Unidos con precios desleales y fijar una meta de participación de 20 por ciento de su propio mercado para productores estadounidenses.

En 1987, Washington impuso un de 100 por ciento sobre computadoras, televisores y herramientas eléctricas de Japón tras acusar a Tokio de violar el acuerdo de los microprocesadores.
En ese momento, los funcionarios comerciales estadounidenses decían que Japón tenía mucho en juego como para no retroceder.

Robert Lighthizer, quien actuó como subrepresentante comercial estadounidense por un tiempo bajo Reagan, y actualmente en el cargo principal, plantea hoy un argumento similar sobre China. Pero Japón contaba con Estados Unidos para su seguridad contra China y y terminó por aceptar varias demandas estadounidenses.

Hoy, Pekín desafía militarmente a Estados Unidos en el Mar de la China Meridional y no da señales de dar marcha atrás en la guerra comercial. No es la única diferencia.

Mientras que la administración Reagan apuntaba a Japón, también ayudó a poner en marcha la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales en 1986. Esas amplias conversaciones llevaron finalmente a la creación de la en 1994, con un mecanismo de solución de controversias diseñado para reducir la necesidad de acciones comerciales unilaterales.

Trump ridiculizó a la OMC como una "catástrofe" y su gobierno está subiendo los aranceles. Las inevitables represalias extranjeras ya están afectando a los productores estadounidenses de soja, autos y bourbon. Amenazando con garrotes sin ofrecer zanahorias, el presidente no le hace ningún favor a los exportadores de Estados Unidos.

(*) La autora es columnista de Reuters Breakingviews. Las opiniones expresadas son personales.