El presidente de Credit Suisse, Axel Lehmann, fue hoy reelegido como máximo responsable del banco, el último que habrá antes de que éste sea absorbido por UBS, en una votación muy ajustada de una de las juntas de accionistas más tensas que ha tenido que vivir la entidad en 167 años de historia.
Lehmann, que pidió repetidamente disculpas a los accionistas por las circunstancias que llevaron al banco al borde de la bancarrota, recibió sólo el apoyo del 55.6% del accionariado, que también votó a favor de la continuidad de otros seis miembros de la directiva, mientras que otros cinco optaron por dejar sus puestos.
“Es un cambio histórico. Lamento profundamente que se haya llegado a esta situación, pero al mismo tiempo me aseguraré de que haya una buena transición. Junto a UBS, construiremos un futuro de éxitos”, señaló el empresario suizo al término de la junta.
Desahogo para accionistas
Ésta, celebrada en el Hallenstadion de Zúrich, se prolongó durante cinco horas (90 minutos más de lo previsto) y estuvo presidida por una letanía de críticas de muchos accionistas, grandes y pequeños, que fueron pasando por el estrado principal para desahogarse tras el desastroso final del banco, que a muchos les ha causado pérdidas.
“Siento que esta institución me ha engañado”, afirmó el primer accionista en intervenir, quien aseguró que los responsables de la entidad de 167 años de historia “se durmieron en los laureles durante los últimos 15 años”.
LEA TAMBIÉN: Presidente de Credit Suisse: “sólo había dos opciones, fusión o bancarrota”
“En la Edad Media, por acciones como las suyas, hubieran sido crucificados”, aseguró otro, mientras un tercero acusó a la directiva de “causar al país un daño que seguirá siendo visible en décadas”.
Al inicio de la reunión, Lehmann no pudo sino deshacerse en disculpas por no haber podido enderezar el rumbo de un banco que en un año perdió un 90% de su valor en bolsa y acabó teniendo que ser comprado por su principal rival suizo para no quebrar, a precio de descuento (3,000 millones de francos, un 60% menos de lo que valía entonces en bolsa).
“Amargura, enfado y shock”
“Son palpables la amargura, el enfado y el shock de todos los que han quedado decepcionados, abrumados y afectados por los hechos de las últimas semanas”, afirmó Lehmann, quien asumió la presidencia a comienzos de 2022 e intentó en octubre del año pasado abanderar un proyecto de reestructuración para reflotar la entidad.
Lehmann argumentó que no hubo tiempo para conseguirlo: “No logramos superar el impacto de escándalos del pasado, ni contrarrestar titulares negativos con hechos positivos”, reconoció el empresario suizo.
LEA TAMBIÉN: Credit Suisse a sus empleados: trabajemos “como de costumbre”
El consejero delegado del banco, Ulrich Körner, también intervino al inicio de la asamblea para asegurar que el desastre ocurrido al banco en las últimas semanas seguirá afectándole personalmente “durante un largo tiempo”.
“El colapso del Silicon Valley Bank y el Signature Bank en Estados Unidos (a principios de marzo) causaron una onda expansiva en el mundo, que hizo perder confianza en e sector, y éramos especialmente vulnerables en ese momento”, analizó el consejero delegado.
Fin de siglo y medio de historia
“Tras 167 años, Credit Suisse perderá su independencia, y una historia empresarial de orgullo, aunque a veces turbulenta, llega a su fin”, añadió.
En las votaciones finales, no se pudo someter a la aprobación de los accionistas, por ausencia de quórum, una modificación de los estatutos sociales destinada a modificar el capital social e introducir un margen de fluctuación de capital.
LEA TAMBIÉN: Tras compra por UBS, los 9,000 despidos en Credit Suisse son “solo el inicio”
En las proximidades del pabellón multiusos de Zúrich donde se celebró la junta hubo protestas de grupos ambientalistas, y alguien plantó una barca rota y en una posición que simulaba su naufragio, como símbolo de la caída de Credit Suisse (cuyo logotipo son las velas de un velero).
Credit Suisse, un banco nacido en 1856 para financiar el desarrollo de la red ferroviaria de Suiza, se ha visto salpicado de numerosos escándalos en los pasados años, y en los dos últimos tuvo millonarias pérdidas.
Éstas se debieron en parte a su exposición a firmas de riesgo colapsadas como el fondo de cobertura estadounidense Archegos o la firma angloaustraliana de servicios financieros Greensill.