Por Chris Hughes
Bob Dudley deja BP Plc luego de saldar prácticamente por completo los costos financieros de la tragedia de Deepwater Horizon en el 2010 y supervisar una necesaria revisión de seguridad y, en general, de cultura, en respuesta al desastre. Su sucesor, Bernard Looney, hereda una empresa financieramente sólida. Eso solo aumenta la responsabilidad del nuevo director ejecutivo de mejorar la estrategia de BP para enfrentar la crisis climática.
BP y su rival angloholandés Royal Dutch Shell Plc enfrentan las mismas demandas triples sobre el prodigioso flujo de caja que generan. Algunos inversionistas quieren mayores dividendos; algunos priorizan la reducción de la deuda; algunos quieren ver una mayor inversión en energía renovable.
El martes, BP elevó su pago anual a los accionistas, un regalo de despedida de Dudley que pone fin a un congelamiento impuesto desde mediados del 2018. Eso parece impactante dado que la deuda neta todavía era de US$ 45,000 millones a fines del año pasado, equivalente a 31% del capital total frente al objetivo de BP de 20% a 30%. Pero la recaudación de US$ 7,000 millones adeudados por los recientes acuerdos vinculados al desastre deberían ayudar a aumentar el apalancamiento este año, con el respaldo adicional de más acuerdos específicos.
Los dividendos, apenas aumentados, de US$ 8,000 millones parece asequible, incluso ahora que los precios del petróleo son más bajos que en el 2019. El flujo de efectivo libre orgánico del año pasado, sin la compensación por el desastre del golfo de México, fue de alrededor de US$ 13,000 millones después de los costos de intereses. Más aún, los pagos relacionados con el desastre del golfo se están saldando en alrededor de US$ 1,000 millones.
El contraste con Shell es cada vez más marcado. El par de BP todavía está lidiando con la carga financiera de la compra en el 2016 del grupo gasífero BG Group Plc. Su deuda neta era de US$ 79,000 millones a fines de diciembre, con lo que aumenta absolutamente el objetivo de Shell —y se aleja más de él— como porcentaje del capital total. El flujo de caja libre orgánico, después de los pagos de intereses y los ajustes para los movimientos de capital de trabajo, era de aproximadamente US$ 20,000 millones, financiando el pago de US$ 15,000 millones en dividendos.
Simultáneamente, Shell está tratando de reducir lo que gasta en dividendos mediante la recompra de acciones y su cancelación. Sin embargo, mientras más gasta Shell en recomprar acciones, menos hay para reducir la deuda. En un período de debilidad de los precios del petróleo, Shell no puede tener el oro y el moro.
Pero estratégicamente, Shell aparece por delante de BP en lo que respecta a la transición energética. Tiene el objetivo de reducir las emisiones generadas por sus productos cuando se usan. BP no lo tiene, y culpa a la falta de medidas estandarizadas. El desarrollo de una estrategia de BP para ayudar a la descarbonización global parece haberse detenido. Una explicación benévola es que la compañía simplemente está esperando que Looney asuma su cargo. Pero realmente no hay tiempo que perder.
La fortaleza financiera le da opciones a Looney para cuando asuma el poder. El gasto de capital se encuentra actualmente en el extremo inferior del rango objetivo de BP. Looney debe evaluar cuánto gastará del efectivo de la compañía a través de recompras de acciones y dividendos y cuánto debe gastar BP para reducir las emisiones de las que es responsable, mientras trabaja para desarrollar fuentes de energía limpia y de bajo costo. Las tranquilizadoras finanzas pueden dar la impresión de que todo está bien, pero el propio legado de Looney dependerá de cómo abordará algunas interrogantes estratégicas cada vez más urgentes.