Durante el mes de abril, la colocación de créditos a personas logró un crecimiento de 7%, según estadística publicada por el Banco Central de Reserva (BCR), con respecto al mismo mes del año 2019.
Si bien es cierto, desde enero, cuando el crecimiento de los créditos a personas fue de 11,3%, se ha registrado una desaceleración en la colocación de los mismos; nominalmente se tratan de unos S/ 131,715 millones que fueron colocados en nuevos créditos a los peruanos.
Se trata de una cifra similar a la que se colocó en enero, febrero y marzo. Sin embargo, la diferencia es que en abril el Perú sufrió un mes completo de paralización económica producto de la cuarentena por el COVID-19. Sin embargo, a pesar de la paralización de la actividad económica, que marzo significó la pérdida de 1.2 millones de empleos, no tiene correlato con la demanda de las personas por nuevos créditos de consumo.
En la subcategoría de créditos de consumo (créditos vehiculares, tarjetas de crédito, préstamos personales, entre otros), el crecimiento de la colocación fue de 6,9% en el mes de abril, respecto al mismo mes del 2019. Mientras que nominalmente, significó que la banca colocó S/ 79,150 millones en nuevos créditos, es decir S/ 1,952 millones menos de lo que se demandaba en enero de este año, mucho antes que llegue el COVID-19 al Perú.
En resumen, aunque en abril la economía peruana ya se encontraba en medio de su etapa más dramática de los últimos 25 años, la demanda por créditos creció de manera regular. ¿Significará esto que los peruanos están optando por tomar más deuda con la banca en tiempos de pandemia?
Para analizar las estadísticas, Gestión.pe consultó con Juan Jose Marthans, ex superintendente de Banca y Seguros y director de Economía en PAD, quien dio consideró que, en el contexto actual, las situación de los créditos a personas debe llamar la atención de las autoridades para evitar el deterioro de la cartera y la morosidad de las personas en el futuro.
“Los créditos de consumo están asociados a la clase media que ya ha sido evaluada por el sistema financiero. No estamos hablando de gente que recién esté buscando relacionarse al sistema bancario, es gente con historial crediticio que está utilizando los créditos para mantener el consumo”, aclara Marthans.
Al desagregar el crédito de consumo, los resultados revelan que el producto que registró menor demanda en abril fueron las tarjetas de crédito, pues registró un crecimiento de 2,6%, con respecto a abril del 2019. Mientras que en marzo, el crecimiento fue de 8,9%.
“Es probable que para muchos segmentos de usuarios les haya resultado mucho más conveniente y expeditivo solicitar un crédito personal o utilizar su línea de crédito de consumo, que utilizar productos financieros más caros como la tarjeta de crédito. Esa es una primera explicación”, señala Marthans.
Para el economista, estos créditos de consumo pueden estar destinados a financiar la compra de alimentos, dada la coyuntura, o también al desarrollo de iniciativas personales ligadas al comercio electrónico.
“Sin embargo, la capacidad de pago se ha afectado actualmente porque los niveles de empleo se han visto mellados en los dos primeros meses del impacto del COVID-19. El deterioro de la capacidad de pago dependerá mucho de cuánto tiempo se mantenga esta suerte de parálisis facial que existe en el aparato productivo. En la medida que más se rezague el proceso de apertura, podrían haber efectos negativos en los niveles de recuperación de los segmentos de crédito”, sostiene Marthans.
Si es que los problemas en la capacidad de pago fueran transitorios, Marthans sostiene que "lo más recomendable es tener programas automáticos de reprogramación de créditos. Con eso vamos a observar que la mora tiende a crecer de manera más suave y no se deteriora tanto", sostiene el director de Economía del PAD.
¿Un reactiva Perú para personas?
Sin embargo, explica el exsuperintendente de la SBS, no sería descabellado implementar un programa de garantías por parte del Estado, como Reactiva Perú, destinado al segmento de créditos de consumo en el país. Marthans señala que países vecinos como Chile han activado programas similares para evitar un deterioro masivo de la capacidad de pago de las personas y, por tanto, un crecimiento de la morosidad.
“Se ha deteriorado la demanda interna por todos los frentes y eso tiene un costo. El primer impacto sobre los tenedores de créditos de consumo es tratar de utilizar al máximo estos instrumentos, el segundo es dejar de pagar progresivamente. Si esto está delineado dentro de la posible secuela del efecto COVID-19, mi pregunta es ¿porqué no se han incorporado al segmento de personas naturales dentro del programa de refinanciación?”, señala Marthans.
El economista señala que, al igual que las líneas de apoyo de liquidez a la banca y el subsidio de planillas a las empresas, el Gobierno debería diseñar un programa de garantías para los créditos de consumo.
“Debería asignarse un capítulo para financiamiento asociado a personas naturales. Observemos la experiencia norteamericana y chilena y no esperemos más. Esto permitirá, de una manera dosificada, menguar los impactos del COVID-19 sobre este segmento que consume estos créditos”, sostiene Marthans.