La economía de Brasil registró un tercer año consecutivo de crecimiento por debajo de la media y las perspectivas para el 2020 no parecen mucho mejores, debido a que el brote de coronavirus y la desigual demanda interna arruinan las apuestas de una recuperación más sólida.
El producto bruto interno (PBI) creció 1.1% en el 2019, informó la agencia nacional de estadísticas el miércoles, aproximadamente el mismo ritmo que ha mostrado desde que Brasil salió de la recesión en el 2017. En el cuarto trimestre, la economía se expandió 0.5% frente al período anterior de tres meses, con lo que coincide con la mediana de las estimaciones de analistas encuestados por Bloomberg.
Las cifras son el broche de oro de un mediocre primer año del presidente Jair Bolsonaro en el cargo, que llegó al poder con la promesa de reformar la economía e impulsar el crecimiento. La tasa de interés más baja de la historia y la euforia de los inversionistas en torno a una reforma de pensiones no fueron suficientes para fomentar la inversión. Es posible que los resultados también representen la calma antes de la tormenta, ya que el coronavirus está causando estragos en su principal socio comercial, China, y en las cadenas globales de suministro.
Las inversiones cayeron 3.3% en el cuarto trimestre con respecto al período entre julio y septiembre del año pasado, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El gasto de los consumidores aumentó 0.5%, mientras que las exportaciones se elevaron 2.6% después de tres contracciones trimestrales consecutivas.
Reversión abrupta
Los datos llegan en medio de signos de una abrupta reversión de la suerte de la economía de Brasil. En diciembre, el banco central aumentó sus estimaciones de crecimiento para el 2019 y 2020 en medio de una perspectiva global “relativamente favorable”, mientras que el Ministerio de Economía elevó su perspectiva pocas semanas después debido en parte a un pronóstico de fuerte creación de empleos.
Tales pronósticos mejorados siguieron a una serie de recortes en las tasas de interés que llevaron los costos de los préstamos a mínimos históricos. La confianza de los inversionistas fue impulsada por una ley que ahorró miles de millones en gastos de pensiones, mientras que el gobierno permanecía firme en los planes para descargar una serie de activos y las amenazas de una guerra comercial mundial se aliviaba.
En febrero, sin embargo, los funcionarios estaban lidiando con una doble dosis de malas noticias económicas. A nivel nacional, una racha de bajos indicadores del cuarto trimestre planteó dudas sobre la recuperación económica, mientras que, externamente, el coronavirus afectaba la demanda de China, uno de los principales compradores de bienes brasileños, desde soja hasta mineral de hierro y carne de res.
Ahora es probable que el gobierno de Brasil reduzca su pronóstico de crecimiento del 2.4% para el 2020. El martes, Goldman Sachs Inc. modificó su pronóstico de 2.2% a 1.5%.
Sin duda, Brasil está lejos de ser el único país de la región expuesto a una desaceleración de la economía china. La nación asiática también es un socio comercial crucial para Chile, Perú y Argentina. En tanto, el presidente del banco central, Roberto Campos Neto, ha dicho que el ritmo de la recuperación tiende a ser lento al comienzo, ya que la economía se debilita ante años de gasto gubernamental insostenible.
La autoridad monetaria abrió la puerta a mayores recortes de tasas de interés en un comunicado publicado el martes por la noche que señalaba que el brote de coronavirus genera un mayor riesgo de una desaceleración económica que de un aumento en la inflación.