¿Es creatividad lo que faltó en la campaña municipal?
En una entrevista telefónica, María Luisa Serra, del portal PQS, me preguntaba si lo que había faltado en la campaña municipal era creatividad para comunicar las propuestas.
Su pregunta nació a raíz de mi opinión acerca de este video. Como somos democráticos y queremos medir a todos con la misma vara, le propongo que analice también este video, este y este otro.
¿Qué tienen en común todas estas piezas?
Si respondió “la falta de propuestas”, felicitaciones, usted puede considerarse un ciudadano que analiza su voto a conciencia.
Apelar al argumento reduccionista que postula que el éxito o fracaso de una campaña política está directamente ligado a la comunicación, es una tara recurrente que demuestra la corta visión que tenemos para entender cuál es el papel real de la comunicación en todo proceso de gestión de imagen y reputación.
Detrás de esta conceptualización minúscula de nuestro quehacer se esconde el verdadero potencial de la comunicación. Esta, como estrategia para tomar acción, debe existir desde la formulación misma de una propuesta o plan de gobierno, y debe ser considerada como un elemento transversal que acompaña cualquier proceso de planeamiento y supera las simples acciones tácticas que devienen en una pieza cualquiera.
Lamentablemente, los candidatos han preferido dejarse llevar por el chongo o la promesa fácil y, en consecuencia, lo que debiera ser comunicación al servicio del ciudadano para facilitar una decisión informada deviene en un deplorable show que parece sacado de la parrilla de la TV nacional de un sábado por la noche.
¿Quiere algunas muestras? Cómo olvidar al ilustre ciudadano Esteban Cacha (…con el pueblo), al amigo Pinguita, a las calentonas huestes del PPC , o a la ya indescifrable Madeleine Osterling y todo el genial despliegue de creatividad generado a partir del bullying digital que ha sufrido.
Las municipalidades y los alcaldes, particularmente los distritales, son el primer punto de contacto del ciudadano con la democracia representativa. En ese espacio, la comunicación juega un papel fundamental para estructurar, conocer, debatir y evaluar propuestas, un ejercicio que supera las frases ingeniosas, divertidas y supuestamente creativas; acciones tácticas que, al fin y al cabo, ganan votos, pero no adhesiones. Producto de estos procesos fallidos de comunicación, caracterizados por ser descartables, las gestiones pasan por crisis de legitimidad, procesos de revocatorias o situaciones mucho más graves.
La crisis de los partidos (herencia del fujimorismo), ha generado la ausencia de una base social sólida. Esta se construye a partir de un ciudadano informado —fundamental para el buen funcionamiento de la democracia y las instituciones—, y no apelando a bailecitos, llenando las paredes de pintas, las avenidas de paneles y los postes de pegatinas. Es curioso que una de las principales funciones de los alcaldes sea el ornato y, en un contrasentido ilógico, los candidatos se dediquen a ensuciar las calles.
Me podrán decir que esto no es Suiza y que nuestra decisión de voto pasa más por un proceso hepático o sentimental, que por el análisis sesudo de los planes y su factibilidad. Lógica lamentable que exime a priori a los candidatos de su responsabilidad de estructurar sus planes más allá de la foto del día siguiente y reduce a los electores a la básica función de tener que taparnos la nariz y marcar en un papelito cada cuatro años, esperando que esta vez, por fin, se cumpla la profecía del mal menor.
Como bien dice Carlos Cabanillas en Caretas, este show (no) debe continuar.