El accidente aéreo que paralizó al mundo ha sido llevado a la pantalla, “La sociedad de la nieve” es la película de Netflix que nos mostrará el drama que vivieron los pasajeros y los sobrevivientes de un vuelo que se estrelló en el corazón de los Andes. Debido a que este se basó en un hecho real, te contamos todos los pormenores de este suceso que se registró en 1972.
Cabe señalar que el filme aborda la tragedia del vuelo 571, en el que sólo sobrevivieron 16 de los 45 pasajeros, algunos de ellos eran miembros del equipo de rugby Old Christians Club. El drama de supervivencia adapta el libro homónimo de Pablo Vierci, que documenta los relatos de los supervivientes del accidente.
Aquel 13 de octubre de 1973, una noticia alarmó a todos: un vuelo chárter, que el día anterior había partido de Montevideo (Uruguay) a Santiago (Chile), se estrelló en la cordillera de los Andes. En él viajaban 45 personas, incluidos 19 miembros del equipo de rugby Old Christians Club, junto con algunos familiares, simpatizantes y amigos.
El piloto Ferradas había volado 29 veces anteriormente a través de los Andes y en ese vuelo estaba entrenando al copiloto Lagurara, que era el piloto al mando. Precisamente, el momento en el que el avión cruzaba los Andes, las nubes cubrían las montañas, algo que confundió al copiloto, quien creyó erróneamente que habían llegado a Curicó (Chile), donde viraría al norte para descender al Aeropuerto Los Cerrillos, en Santiago.
Al no percatarse que las lecturas de los instrumentos le indicaban que todavía estaba entre 60 y 70 km de dicho punto, hizo que la nave descendiera, pero chocó contra una montaña hasta dos o tres veces, según algunos testigos. Una de ellas cortó las alas y otra la sección de cola, llevándose la parte trasera del fuselaje, incluidas dos filas de asientos, la cocina, la bodega de equipaje, el estabilizador vertical y los estabilizadores horizontales, dejando un gran agujero, que hizo que tres pasajeros, el navegante y el auxiliar de vuelo fueran arrojados al vacío.
Asimismo, una de las hélices atravesó el fuselaje y dos pasajeros más cayeron por la parte trasera abierta, mientras que la parte delantera del fuselaje voló directamente por el aire antes de deslizarse por la pendiente empinada a 350 km/h por 725 metros, antes de que choque con un banco de nieve. Este impacto aplastó la cabina del piloto, provocando la muerte de los dos pilotos, incluido Ferradas.
Las autoridades iniciaron una búsqueda inmediata del avión, por lo que sobrevolaron el lugar del accidente en reiteradas oportunidades. Ellos buscaban el fuselaje blanco en la nieve, pero al no encontrarlo tras varios días, cancelaron la búsqueda el 21 de octubre de ese año.
Diecisiete días después del accidente, el 29 de octubre, una avalancha golpeó parte del avión donde estaban los sobrevivientes, quienes en ese momento estaban durmiendo. Producto de ello, ocho perdieron la vida. Pudieron sobrevivir enterrados gracias a la acción de Nando Parrado, quien puso un poste de metal de los portaequipajes y pudo hacer un agujero en el techo del fuselaje para proporcionar ventilación. Lograron salir a la superficie el 31 de octubre, pero los sorprendió una tormenta de nieve. Se quedaron tres días.
Al no tener nada de alimentos, no les quedo opción que comer la carne de sus amigos recién fallecidos. Al llegar el verano, la nieve se derritió gradualmente y algunos supervivientes realizaron varias expediciones breves por la zona, pero era casi imposible, pues estaban deshidratados y con desnutrición, a ello que sumar las inclemencias del clima.
Se supo que tres miembros de la tripulación y diez pasajeros murieron inmediatamente. Durante la primera noche, fallecieron cuatro personas por las bajas temperaturas y graves lesiones. En las semanas posteriores, murieron doce más, ocho por un alud.
Los sobrevivientes sufrieron penurias extremas como la congelación, la sed y el hambre, algo que los llevó a recurrir a la antropofagia, comer parte de los cuerpos de los fallecidos.
Fue así que un grupo inició una exploración y el 15 de noviembre encontró la sección de la cola que en su mayoría estaba intacta, asimismo hallaron equipaje, chocolates, cómics, ropa, ron, cigarrillo y medicinas. Pese a sus intentos de hacer funcionar la radio, se rindieron.
Así pasaron los días, Nando Parrado y Roberto Canessa caminaron varios días buscando ayuda, logrando llegar a un estrecho valle que Parrado había visto en la cima de la montaña; ahí encontraron el nacimiento del río San José, que conduce al río Portillo, el cual siguieron su recorrido. Tras diez días de caminata lograron encontrarse con Sergio Catalán, un arriero chileno, que los ayudó, junto a otros más. Para ese momento, solamente había 16 supervivientes.
Las noticias rápidamente corrieron sobre el hallazgo con vida de algunos pasajeros de aquel trágico vuelo. La Fuerza Aérea de Chile proporcionó tres helicópteros para ayudar con el rescate. Parrado se ofreció como voluntario para llegar a lugar del accidente.
El 22 de diciembre de 1972, los helicópteros llegaron hasta los sobrevivientes, pero debido a los límites de altura y peso, las dos naves sólo pudieron trasladar a la mitad, motivo por el que cuatro miembros del equipo de búsqueda y rescate se quedaron para acompañar a los otros supervivientes. Ellos fueron rescatados la mañana siguiente, siendo evacuados a hospitales de Santiago para su evaluación. Se les diagnosticó deshidratación, congelamiento, huesos rotos, escorbuto y malnutrición.
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