La historia detrás de las marcas peruanas: Inca Kola
Una bebida emblemática que ha dejado una huella en la historia y cultura del Perú, se convirtió en una de las dos bebidas gaseosas en el mundo que Coca-Cola no pudo vencer en su país de origen. Conozca los detalles.
Inspirado por los sabores y la cultura local, Lindley se propuso crear una bebida que capturara el espíritu y la esencia del antiguo imperio incaico, que dio vida a través de su producto bandera, Inka Kola. (Foto: Percy Ramirez - GEC)
Con su distintivo color amarillo dorado y su sabor dulce y exótico, Inca Kola ha logrado convertirse en un ícono nacional y un verdadero símbolo de identidad peruana, ¿cuál es la historia detrás de su éxito?
La historia de Inca Kola se remonta a inicios del siglo XX, cuando un inmigrante británico llamado Joseph Robinson Lindley decidió establecerse en Perú y fundar su propia empresa de bebidas gaseosas.
Inspirado por los sabores y la cultura local, Lindley se propuso crear una bebida que capturara el espíritu y la esencia del antiguo imperio incaico, que dio vida a través de su producto bandera, Inca Kola.
Tras años de investigación y experimentación, en 1935, Robinson Lindley finalmente logró la receta perfecta, una mezcla única de ingredientes secretos que crearon a la Inca Kola. En tanto, a los 8 años, Isaac Lindley, hijo de Robinson, trabajó ayudando a limpiar las botellas de la fábrica familiar de su padre, llamado Aguas Gaseosas Santa Rosa.
La bebida, de un intenso color amarillo, surgió para revalorizar la cultura ancestral de los peruanos y el color del oro, el metal precioso característico de los incas.
El 18 de enero de 1935, en el 400° aniversario de la fundación de Lima, salió al mercado Inca Kola que rápidamente se convirtió en un éxito entre los peruanos por su distintivo sabor y color.
(Foto: Poder)
En 1936, llegó a Perú una empresa internacional dueña de la gaseosa más famosa del mundo: Coca-Cola. Esta compañía estaba lista para adueñarse del mercado peruano de gaseosas, sin conocer sobre la existencia de su principal competencia, la Inca Kola peruana.
En 1945, con la popularidad de Inca Kola al alza, fallece el fundador de la compañía, Robinson Lindley, dejándole el cargo a su hijo Isaac. El mismo niño que a los 8 años limpiaba las botellas vacías, asumía la gerencia general de la empresa para los siguientes 40 años.
La guerra entre Inca Cola y Coca-Cola recién iniciaba. La empresa peruana gestó alianzas para competir mano a mano con la transnacional, por lo que contaba con el apoyo de empresas como Casinelli en el norte, Panizo en Ica, o Siu en el sur.
En 1989, Isaac Lindley fallece dejando atrás un legado nacional que sería asumido por posteriores generaciones. A este punto, Inca Kola se convirtió en una de las dos gaseosas en el mundo que nunca fue superada por Coca Cola en su país de origen.
El éxito de Inca Kola fue abrumador para Coca Cola, quien con todos sus millones y recursos a disposición, decidió comprar el 40% de las acciones de la empresa peruana en 1999 por un valor de US$ 300 millones.
La compra permitió que la empresa liderada por los Lindley acceda al derecho de embotellar Coca Cola y sus marcas a fines en el Perú, mientras que la empresa norteamericana tenía los derechos para comercializar la Inca Kola fuera del país.
(Foto: Archivo)
En el 2015, se integra a las operaciones de los Lindley, Arca Continental, una de las embotelladoras de Coca Cola más importantes del mundo. Con sus 4,600 trabajadores y su red distribución de más de 340,000 tiendas permitió convertir a la Inca Kola en un producto popular en todos los lugares del país.
A lo largo de las décadas, Inca Kola ha resistido el paso del tiempo y ha enfrentado la feroz competencia de otras marcas internacionales. Su popularidad ha trascendido fronteras y hoy en día se encuentra disponible en varios países alrededor del mundo, aunque su verdadero espíritu y arraigo siempre han permanecido en Perú.
Inca Kola ha logrado cautivar a los consumidores no solo por su sabor distintivo, sino también por su conexión con la identidad peruana, un símbolo de orgullo para los peruanos quienes la consideran parte de su patrimonio cultural.
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