La vida de un hombre cambió por completo tras encontrar un billete de US$20, con el cual decidió comprar un boleto de lotería, sin imaginar que tendría un golpe de suerte al ganar US$1 millón, aunque cuando fue a cobrar el dinero, perdió más de la mitad. A continuación, la historia de este carpintero afortunado.
A diario, gran cantidad de personas compran sus boletos con la única esperanza de convertirse en los próximos millonarios; si bien, para elegir los números afortunados recurren a fechas como cumpleaños, aniversarios y más, son pocos los que logran atinar, algo que le pasó a un señor en Carolina del Norte.
EL DÍA QUE LA SUERTE LE SONRIÓ A UN CARPINTERO
Era un día cualquier para Jerry Hicks, un residente de Banner Elk, un pueblo ubicado en el condado de Avery en el estado de Carolina del Norte, cuando en el estacionamiento de una tienda se encontró un billete de US$20.
Tras recogerlo, decidió que compraría con él un boleto de lotería. Fue así que se dirigió a un establecimiento de Speedway, en la localidad de Boone, donde al no encontrar el juego que quería, se vio obligado a elegir un raspadito llamado Extreme Cash, publica El Diario.
“Encontré US$20 en el estacionamiento afuera de la Speedway. Lo usé para comprar el boleto”, señaló a las autoridades de la Lotería de Educación de Carolina del Norte.
La noche del martes 22 de octubre de 2024, su vida cambió, pues había ganado nada más y nada menos que la suma de US$1 millón. “Vamos a ir directamente a Golden Corral y comer todo lo que tengan”, dijo entre risas.
Tres días después, el viernes, se presentó en la sede de la lotería, donde le informaron cómo iba a ser su pago y le dieron a elegir entre dos opciones: recibir su premio como una anualidad de US$50,000 durante 20 años o un monto total de US$600,000.
Luego de pensarlo, Jerry Hicks decidió cobrar la suma global; es decir, los US$600,000. Pero ese monto no sería el que al final recibiría, pues al entregarse de un “solo golpe” sufrió retenciones fiscales por que terminó recibiendo US$429,007. Una suma nada despreciable.
Con su riqueza, este carpintero ya piensa en el retiro tras 56 años de trabajo, además de ayudar a sus hijos y, sobre todo, disfrutar de la vida.