María Soledad Morales fue drogada, violada, desfigurada y asesinada el 8 de septiembre de 1990 en Catamarca. Este caso que conmocionó a Argentina fue el primer caso reconocido como femicidio que tuvo ese país. No solo causó impacto por la brutalidad contra la víctima sino por las irregularidades en la investigación, la impunidad y el encubrimiento del poder político y judicial. Tras dos juicios, solo fueron condenados Guillermo Luque, hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque, y Luis Tula, el supuesto novio 11 años mayor que la joven. ¿Qué pasó con este último?
De acuerdo con los testimonios de sus compañeras del Colegio del Carmen y San José, la última vez que vieron a la protagonista de “María Soledad: El fin del silencio”, documental de Netflix dirigido por Lorena Muñoz, fue en la discoteca Le Feu Rouge, donde se realizó una fiesta para recaudar fondos para el viaje de egresados y hasta dónde llegó ‘El flaco’ Tula en Fiat 147 que pertenecía a su entonces pareja Ruth Salazar para llevar a María a la discoteca Clivus, donde la presentó a hijos de funcionarios políticos y policiales de la provincia.
El cuerpo de María Soledad Morales fue encontrado el 10 de septiembre de 1990 por unos operarios de Vialidad Nacional. A pesar de que estaba completamente desfigurada, su padre Elías Morales la reconoció por una pequeña cicatriz en una de sus muñecas. Debido a que estaban involucrados los llamados “hijos del poder”, se produjeron muchas irregularidades en la investigación, surgieron falsos testimonios y otros detalles que dejaron claro un encubrimiento.
Todo esto motivó las “marchas del silencio”, organizadas por la monja Martha Pelloni, la rectora del colegio de monjas del Carmen y San José. En 1991, el presidente Carlos Menem ordenó la intervención de los tres poderes de la provincia y destituyó al gobernador Ramón Saadi.
Después de dos juicios, plagados de irregularidades, testigos falsos y complicidad, en 1998, Guillermo Luque fue condenado a veintiún años de prisión como coautor del delito de “violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes”, pero solo cumplió 14 años de su condena. Mientras que Tula fue condenado a nueve años de prisión como “partícipe secundario”.
Luis Tula, quien negó ser culpable del asesinato de María Soledad Morales y lo sigue negando, salió libre el 22 de abril de 2003, tras cumplir menos de la mitad de su condena. Además, nunca se juzgó el encubrimiento político y judicial.
Ada Rizzardo, la mamá de la víctima, habló con Clarín en 2020 y volvió a repetir que no tuvieron “ni una cuarta parte de justicia. Condenaron a Tula y a Luque y fue como que nos dijeron ‘confórmense con eso’. Pero si acá hubo 33 falsos testimonios. Nunca investigaron el sanatorio donde la tuvieron a mi hija, no investigaron a los bomberos que lavaron el cuerpo de mi hija, tampoco a los policías que estuvieron en el amanecer cuando el chofer de colectivo los vio dejando el cuerpo de mi hija. Entonces toda esa gente salió totalmente impune. Y hace años que Luque y Tula están caminando por la calle como si nada”.
Luis Tula, que tiene 63 años, vive en la zona céntrica de Catamarca y tiene dos hijos con su expareja. Además, tiene un estudio jurídico ubicado en la calle Rivadavia al 800 y se desempeña como abogado, carrera que estudió mientras estaba en prisión.
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