El horrendo asesinato de Eliza Samudio conmovió a Brasil en 2010 y ha vuelto a ser objeto de interés global tras el lanzamiento del documental de Netflix, “La víctima invisible: El caso Eliza Samudio”, el 26 de septiembre. La justicia brasileña concluyó que Bruno Fernandes de Souza, un famoso futbolista y expareja de la modelo, fue el autor intelectual del asesinato. Desde aquel trágico suceso, la lujosa vida que había construido como estrella del Flamengo y otros equipos destacados se transformó drásticamente, llevándolo de los campos de juego a una situación de ruina financiera.
Bruno Fernandes de Souza se había convertido en uno de los porteros más destacados de Brasil. Durante su carrera en equipos como Flamengo, fue nombrado capitán y disputó 234 partidos, ganándose la admiración de los fanáticos. Sin embargo, su prometedora trayectoria quedó marcada por la tragedia y el escándalo cuando fue detenido por su participación en el asesinato de Eliza Samudio, una joven modelo que había iniciado una relación con él.
Se determinó una condena de 23 años de prisión. Sin embargo, a pesar de la gravedad del caso, Bruno sólo cumplió una parte de su sentencia, saliendo en libertad tras diez años de reclusión. Este caso no solo dejó profundas cicatrices en la sociedad brasileña, sino que también destruyó la carrera de una figura que alguna vez fue una de las mayores promesas del fútbol.
Antes de que su vida diera un giro drástico, Bruno Fernandes de Souza vivía el sueño de muchos: era el arquero estrella del Flamengo y recibía un salario mensual nada despreciable de 150.000 reales (aproximadamente US$30.000 en ese momento).
No solo eso, sino que estaba en conversaciones con el AC Milán, uno de los clubes más importantes de Italia, para un precontrato que le hubiera generado hasta 500.000 reales al mes, ¡lo que se traduce en unos US$100.000 mensuales! Además, el acuerdo incluía una tarifa de transferencia de 4,2 millones de reales (aproximadamente US$840.000), lo que marcaba un futuro aún más lucrativo.
Para 2015, las estimaciones señalaban que Bruno podría haber acumulado alrededor de 30 millones de reales (equivalentes a unos US$6 millones). Como muchas estrellas del fútbol, probablemente también tenía ingresos por patrocinio y bonificaciones, lo que incrementaba aún más su fortuna. Sin embargo, tras su condena por el asesinato de Eliza Samudio, su carrera y su prometedor futuro económico quedaron en el limbo, y aunque fue liberado temporalmente en 2019, su regreso al fútbol nunca fue igual.
Tras pasar casi una década en prisión, Bruno Fernandes de Souza intentó regresar al fútbol, pero su fortuna quedó muy lejos de lo que una vez fue. En lugar de los contratos millonarios de antaño, Bruno tuvo que conformarse con jugar para clubes de menor relevancia como Boa Esporte, Rio Branco-AC, Búzios y Atlético Carioca.
En este último, su realidad fue muy diferente: mientras antes ganaba hasta 150.000 reales al mes, en el Atlético Carioca, donde disputó la Serie C del Campeonato Carioca, apenas percibía un salario de 1.200 reales mensuales, lo que equivale a unos US$240.
Su paso por estos equipos más pequeños refleja cómo su fortuna y carrera cayeron en picada después de su condena. Bruno pasó de ser una estrella en ascenso, con contratos de alto perfil y promesas de grandes ingresos, a jugar en ligas menores con un salario muy modesto.
Aunque intentó recuperar algo de su antiguo estatus, la combinación del escándalo y el tiempo fuera del deporte acabaron por afectar gravemente tanto su reputación como su situación financiera.
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