¿Es usted de las personas que no se endeuda porque le generan temor?.
Tal vez sea parte de una porción importante de las personas mantienen una mala
percepción de las deudas; y por ello no desean tomar deudas. Peor aún, en
diversas oportunidades las deudas parecen interminables, pues aún cuando se
paguen mensualmente, los intereses se cobran más rápido que el principal (monto
del préstamo) y por tanto la deuda se reduce muy poco con los pagos o cuotas de
los primeros meses.
Benjamin Franklin
En el mejor de los casos, cuando niños nos llegan a inculcar los beneficios de aprender a ahorrar, porque esto nos permitirá comprar algún juguete u objeto deseado. De esta manera nos pueden regalar alcancías para que propinas mediante, podamos adquirir dichos objetos. Si bien esta es una valiosa lección, es una lástima que por lo general la educación financiera en nuestra niñez suela dejar de lado otro aspecto fundamental, como es el manejo de nuestras deudas.
En nuestros días, el buen desempeño económico de nuestro país y la estabilidad de nuestro sistema financiero se han traducido en una mayor oferta de crédito y tasas relativamente más bajas. Por lo que no sorprende que cada vez sea más frecuente recibir publicidad sobre tarjetas de crédito o préstamos de consumo, e incluso para aquellos empresarios, líneas de capital de trabajo. Ante esto cabe preguntarse si usted podría diferenciar si una deuda de S/. 2000 es mejor que una de S/. 20, 000, o qué opina de una de S/. 200, 000?
Pues bien a priori, el monto de una deuda no indica si es buena o mala, ello dependerá del uso que le demos a este dinero. Por ejemplo, no es lo mismo tomar una deuda de S/. 2,000 para cambiar la televisión de 42 pulgadas nuestra sala por una de 52; que tomar prestado ese mismo monto para iniciar una microempresa.
Es esencial aprender a utilizar una deuda de manera efectiva, para lo cual es fundamental entender por qué tomamos un préstamo. La idea del crédito es que, al igual que el ahorro, nos permite costear cosas cuyo precio es relativamente elevado, pero la diferencia es que mientras que a través del ahorro tenemos que esperar hasta acumular lo necesario, tomando un crédito es como si adelantáramos el proceso: consumimos en el presente y tendremos que “ahorrar en el futuro” para pagar el préstamo. Entonces tomar deuda tiene sentido para comprar una casa o un auto, pero no para un combo de comida rápida o un par de entradas al cine. Para cosas pequeñas, o “gustitos” eventuales lo más aconsejable es no utilizar o minimizar servicios de crédito (aquí podríamos pensar en las tarjetas de crédito que requiere de otras consideraciones). Recuerde una doble condición: tiene que ser necesaria e importante, tampoco resulta razonable endeudarse para comprar cosas que escapan a nuestro poder adquisitivo.
Una segunda lección fundamental es aprender a distinguir “deudas productivas”, las cuales son aquellas que nos permiten atender necesidades específicas reales para de esta manera acceder a un mayor bienestar en el futuro. Por ejemplo si hemos tomado un crédito podemos iniciar una empresa para que, en palabras sencillas, el dinero genere más dinero. No sólo el financiamiento de las empresas es un ejemplo de deudas buenas, otra alternativa, un tanto más mundana, es el de una persona que toma un crédito vehicular y alquila su auto, o busca alguna otra forma que rentabilizar este dinero.
¿No tiene vocación empresarial? Pues si no puede hacer que sus deudas incrementen sus ingresos, puede usarlas para que mes a mes pague menos. Como comentamos actualmente tenemos un país en el que las tasas de interés son más bajas y podemos renegociar viejas deudas. Renegociar implica que tomemos una nueva deuda para pagar una deuda que ya tenemos. ¿Para qué hacer esto? Pues bien, dado que ahora tenemos menores tasas ello implica que podemos pagar menos intereses, sea para nuestra hipoteca, o para nuestras tarjetas de crédito (lo cual ciertamente es bastante aconsejable pues este producto es el que se caracteriza por tener las tasas más altas).
Respecto a las tarjetas de crédito, si bien pueden resultar útiles para complementar nuestros requerimientos de efectivo; lo ideal es mantener saldos adeudados muy pequeños o nulos. Evitemos la tentación de realizar únicamente el pago mínimo. El problema del pago mínimo es que en su mayoría sólo estamos pagando por los intereses que genera nuestra deuda, y sólo una pequeñísima parte de nuestra cuota se destina a amortizar el crédito; y por lo tanto nos podríamos demorar un tiempo muy extenso para cancelar dicha deuda.
En síntesis, siempre tenga presente que lo más probable es que tengamos que endeudarnos alguna vez y ello no está mal siempre y cuando el dinero sea bien utilizado. Atrevámonos a dejar atrás el mito de que endeudarse es malo y aprendamos a tomar buenas decisiones en el manejo de nuestras deudas. Buena parte de nuestra independencia financiera pasa porque sepamos dominar a nuestras deudas!