Pirámides maya que parecen abandonadas, una riqueza desaprovechada en el sureste de México que el gobierno de López Obrador pretende impulsar con la obra Tren Maya, su principal proyecto de infraestructura.

Sin embargo, su principal obstáculo será convencer a los pueblos originarios. Algunos habitantes creen que la llegada masiva de turistas aumentará la delincuencia y agudizará la escasez de servicios como el agua.

Otro de los temores es que las ganancias se las lleven las grandes empresas.

Alfredo Díaz, presidente del consejo indígena de Calakmul, señala que los pequeños comercios perderían su valor, ya que las grandes corporaciones empezarían a establecer sus cadenas hoteleras y restaurantes, desplazando así los negocios.

Ante esa amenaza las comunidades se han organizado para no ceder sus tierras.

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