Dicen que la paciencia es una virtud, una que los chilenos han afinado durante las ultimas semanas, mientras el sistema de transportes de Santiago está intentando volver a funcionar largas filas y arduos traslados se han convertido en la rutina diaria de varias personas.

Carolina Delgado es una de ellas, la madre de dos niñas trabaja en el barrio financiero de la capital chilena.

“Los primeros días creo que fueron los más complicados. Ahora que el metro no funciona fue caótico, porque los buses no daban abasto. Ha habido un cambio en la rutina diaria, como me voy al trabajo, como vuelvo o si me quedo a trabajar en casa”, señala la ciudadana.

Además, señala que las incomodidades que se han generado en los chilenos no debería ser un motivo para parar las protestas, ya que el estallido social fue como un despertar y puede aplacarse hasta que se consigan algunas cosas mínimas como las pensiones y una salud digna.

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