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El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

Sin embargo, este concepto es rara vez comprendido cabalmente en su dimensión probabilística y práctica por quienes tomamos decisiones financieras, incluso también por quienes siendo tratan de pronosticar el resultado futuro de variables que inciden en nuestras finanzas.

En el libro Erudito en riesgo. Cómo tomar buenas decisiones, Gerd Gigerenzer indica que buena parte de los errores que cometemos están asociados a que las personas carecemos de un entendimiento práctico del concepto de riesgo, lo que nos lleva a tomar decisiones equivocadas, ya sea por éste o también por no considerarlo en su dimensión real.

La mala interpretación de los datosUno de los elementos que se destacan en el libro en este sentido es la frecuente malinterpretación que hacemos al entender los datos de riesgo cuando se nos presentan en términos de información.

Un ejemplo de ello, citado en el libro, se refiere al efecto que provocó en la población un anuncio del Comité para la Seguridad en Medicamentos del Reino Unido, que en 1995 emitió un aviso en que se señalaba que las píldoras anticonceptivas de tercera generación incrementaban en 100% el riesgo de trombosis respecto de los medicamentos anticonceptivos previos.

Como resultado de ello se provocó un abandono del uso de esta píldora anticonceptiva, lo que llevó a un de los embarazos no deseados y a un incrementó de 30,000 abortos en el siguiente año.

Un análisis adecuado del reporte habría permitido entender que, de acuerdo con algunos estudios, las píldoras de segunda generación estaban asociadas a una trombosis por cada 7,000 casos, mientras que la nueva generación presentaban una incidencia de dos por cada 7,000 casos.

De esta manera, aunque efectivamente había un incremento de 100% de riesgo, en términos absolutos el riesgo de padecer trombosis seguía siendo extraordinariamente bajo.

Adicionalmente, la información a partir de la cual las personas tomaron la decisión de dejar de tomar la pastilla era incompleta, ya que no reconocía que tanto embarazos como abortos tenían asociadas posibilidad de trombosis superiores a las que señalaba el estudio (aunque también muy bajas).

Este tipo de errores de interpretación son frecuentes en términos financieros y, en ocasiones, se asumen adicionales por una mínima diferencia esperada en rendimiento o se dejan de asumir por una inadecuada comprensión de lo que un riesgo mayor representa.

*La falta de pronósticos acertados *A ello hay que sumar que la complejidad de los fenómenos hace sumamente difícil tener pronósticos acertados de manera recurrente y sistemática. En el libro abundan ejemplos en los que grandes instituciones financieras fallan de manera sistemática en sus pronósticos.

Una de las conclusiones del libro es que en un mundo crecientemente complejo, la posibilidad de entender la dimensión real de los riesgos que implican las decisiones en instrumentos es cada vez más remota. Hoy se presentan fenómenos que años o meses antes se preveían como imposibles.

Por ello, la recomendación que el autor propone es tratar de mantener los procesos de decisión financiera en el nivel más simple posible, ya que la complejidad del análisis no es garantía de una mayor precisión en el análisis del riesgo al que como inversionistas individuales incurrimos.

De ahí la importancia para que los ahorradores e inversionistas traten de entender la justa dimensión del riesgo de los instrumentos y vehículos en los que invierten para no sobredimensionar ni subestimar los riesgos asociados, y de esta manera estar en posibilidad de mantener un adecuado del patrimonio sin exponerse de manera innecesaria a su pérdida.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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