Redacción Gestión

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En décadas recientes, distintos estudios desde la psicología o la economía han mostrado que la forma en la que nos establecemos metas y la naturaleza de las mismas están condicionadas por nuestra conducta y por nuestra visión del mundo y que, a su vez, afectan la posibilidad misma de consecución de nuestros objetivos específicos, incluyendo por supuesto los financieros.

Detrás de los objetivos que nos planteamos y de la forma en la que los definimos, no sólo existen razonamientos puros respecto de lo que deseamos y nos conviene; están también determinantes psicológicos, influencias de nuestra historia y factores de nuestra personalidad, que construyen una escala de valores que personalmente nos establecemos para nuestra visión de desarrollo personal.

En el estudio "Savings Goals and Saving Behavior From a Perspective of Maslow's Hierarchy of Needs" de Lee y Hanna, se vincula le teoría jerárquica de necesidades humanas Maslow, con la formulación y determinación de objetivos de ahorro.

Maslow, psicólogo estadounidense y uno de los fundadores de la psicología humanista, plantea que los seres humanos atendemos nuestras necesidades a partir una pirámide en cuya base se encuentran las necesidades fisiológicas; sobre ellas las necesidades relacionadas con la seguridad; posteriormente las necesidades de pertenencia; seguidas de las necesidades de reconocimiento, para concluir en el nivel más alto de la escala, con las necesidades relacionadas con el sentido de autorrealización y trascendencia.

Con base en ese planteamiento, el estudio trata de identificar los objetivos de ahorro que las personas se establecen con alguno de estos niveles de necesidad previstos en la teoría de Maslow.

El estudio muestra que muchas de las metas de ahorro pueden ser directamente relacionadas con temas relativos a las necesidades de seguridad, al ser éstas fuertes motivadores para las conductas previsionales y de ahorro. Ejemplo de ello son los objetivos de ahorro para situaciones emergencia y el ahorro para el retiro.

Sin embargo, el estudio muestra que si bien son más frecuentes las metas de ahorro relacionadas con la seguridad, son las metas de ahorro que se vinculan con necesidades de autorrealización y trascendencia las que presentan en términos estadísticos mayor probabilidad de alcanzar su cumplimiento.

Tal como lo plantea Maslow, las personas que se establecen metas relacionadas con la satisfacción de necesidades de autorrealización, en la parte más estrecha de la pirámide, son una proporción menor. Las necesidades de la base de la pirámide (las de sobrevivencia y seguridad) son más frecuentemente atendidas. Ello tiene una doble explicación: por un lado, existe una necesidad material y práctica para dedicar atención y recursos a las necesidades más básicas y, por el otro, la atención de necesidades más relacionadas con un sentido de desarrollo personal requiere una mayor capacidad de autoanálisis y de sentido de trascendencia personal.

Pero una conclusión práctica de este estudio es que si enfocamos nuestros objetivos personales de ahorro a la atención de necesidades de autorrealización y trascendencia personal, no sólo estaremos focalizando el cumplimiento de necesidades de mayor trascendencia personal, sino que estaremos incrementando la posibilidad de concretar y alcanzar nuestros objetivos de ahorro.

En ese sentido, temas como la educación, la formación personal y el aprendizaje, pero también el desarrollo de un proyecto personal, pueden ser motores específicos para el establecimiento de metas de ahorro orientadas a la autorrealización.

Y así, ya sea para nosotros o para nuestros hijos, el establecimiento de objetivos que permitan la trascendencia personal no sólo contribuirá a nuestro bienestar personal, sino a mejorar las posibilidades de alcanzar el bienestar financiero futuro.

Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)