Redacción Gestión

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La semana pasada escribí un artículo acerca de por qué es peligroso endeudarse. Hablé de Jorge, una persona que ganaba muy bien, con una posición de nivel directivo. Perdió su empleo y se vino completamente para abajo, porque todo lo que tenía lo debía.

Un lector me hizo dos preguntas interesantes al respecto, que comparto en este espacio, porque merecen una reflexión:

1. Con el puesto que tenía de directivo, y con ello, un alto poder adquisitivo, ¿cómo es posible que manejara tarjetas de crédito y las llevara al límite?

En realidad es sorprendente ver cuántos directivos de empresas, que ganan muchísimo dinero, viven más allá de sus posibilidades. Muchos deben gran parte de lo que tienen: la casa, los coches y además, en sus tarjetas de crédito.

En el caso específico de Jorge, sus tarjetas tenían un límite de crédito muy grande. Como sabemos, los bancos ofrecen periódicamente incrementos en su línea cuando uno va al corriente; Jorge había aceptado cada una de estas ofertas.

Cuando sus ingresos se elevaron radicalmente, gracias a su nueva posición, compró una casa y gastó prácticamente todos sus ahorros en el enganche. Como hacen muchas personas, trató de dar el salto y encontrar algo con espacio más que suficiente para su familia. Su empleo le daba para pagar su hipoteca cómodamente.

Pero cuando uno compra una casa, vienen muchos otros gastos. Hay que amueblarla y además, muchas personas cambian ciertos objetos, como algunos electrodomésticos. Una nueva lavadora, pantallas de plasma, etcétera.

Jorge aprovechó entonces algunas ofertas por internet. Compró con descuentos importantes y a 18 meses sin intereses. Por eso tenía deudas tan elevadas. Mucha gente pierde de vista que aun cuando es un préstamo "sin intereses", sigue siendo una deuda, una obligación de pago, un compromiso para nuestro flujo de efectivo.

Él no contaba con perder su empleo tan pronto. No tenía un fondo para emergencias ni nada ahorrado, porque como mencioné antes, había usado esos recursos como pago inicial de su casa y de la camioneta de su esposa, que también era de reciente adquisición.

2. ¿Cuando una persona consigue un excelente empleo, debería limitarse y abstenerse de entrar en gastos como lo hizo Jorge, o de plano vivir de manera austera?

Yo creo que uno nunca debe vivir más allá de sus posibilidades ni con un ingreso limitado, ni con uno holgado. Por eso es tan importante saber administrarse y contar con un respaldo en caso de que las cosas no salgan como las habíamos previsto. Ya he mencionado en este espacio la falta de cultura de previsión.

La respuesta en ambos casos siempre es la planeación financiera personal. No perder de vista las cosas que más nos importan, como por ejemplo la seguridad de nuestra familia hoy y siempre. Eso le pasó a Jorge: le ganaron las ganas y se quedó sin un colchón. Las metas de corto plazo: la casa, la pantalla plana, la nueva lavadora y el refrigerador le hicieron perder perspectiva y distraerse de lo fundamental. Dejó de lado la seguridad. Podríamos decir que la apostó y perdió, pero a diferencia de un jugador, él no estaba consciente de lo que ponía en juego.

Por eso siempre he insistido que en la base de la planeación financiera personal, lo más importante, es tener muy claras nuestras prioridades. ¿Qué es lo que de verdad nos importa? Mucha gente diría que es la libertad, la seguridad para su familia; incluso, su propio retiro, que es un poco una mezcla de ambas cosas.

Todas las decisiones que tomamos -financieras o no— deberían estar encaminadas hacia estas prioridades. Sin embargo, muchas personas hacen lo contrario: toman decisiones que les permiten tener más cosas, pero que los alejan de lo que es verdaderamente importante.

No caigamos nunca en este error.

Diario El Economista de México_Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)