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En el 2015, a raíz del escándalo de emisiones por parte de , surgió un primer hito que nos alarmó sobre cómo los temas ambientales podrían afectar a los inversionistas. Acudimos a una penalización sin precedentes que afectó a una de las firmas más importantes de la industria automotriz, a la cual se le impusieron fuertes sanciones monetarias que ascendieron a los US$18,600 millones, lo que desencadenó que sus acciones en la bolsa cayeran un 50%.

Ese mismo año, con la adopción de los , se estableció la agenda de desarrollo sostenible que el mundo ejecutará durante los próximos 15 años, y meses más tarde, en el 2016, sucedió algo histórico en París: 193 países firmaron un acuerdo que establecía medidas para la mitigación del cambio climático.

Estos son solo algunos de los muchos ejemplos que podríamos mencionar sobre situaciones que han contribuido al despertar de la conciencia de las sociedades y de los inversionistas, para pensar en alternativas sostenibles.

Hacia esa misma línea se ha ido dirigiendo el , por medio de las inversiones enfocadas en factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo, las cuales han ido cobrando importancia y hoy en día son un segmento de la industria que ha logrado un sorprendente crecimiento. Esto sucede porque los inversionistas están sopesando cada vez más los datos no financieros al tomar decisiones de inversión, porque existe la percepción de que cuestiones tales como la mala gestión de gobiernos o los problemas ambientales podrían afectar el desempeño de las empresas -y por ende las inversiones- a largo plazo.

Perspectiva sostenible
De hecho, en un estudio realizado por Natixis Investment Managers en 2017, el 60% de los inversionistas institucionales informaron que han incorporado una perspectiva sostenible en sus portafolios.

En términos generacionales, también hemos visto cómo ha ido en aumento el interés por vincular los valores personales con las expectativas por retornos en inversiones. Desde los Baby Boomers que en un 24% consideran muy importante esa relación, pasando por la Generación X, donde uno de cada cuatro inversionistas reafirman la importancia de un vínculo entre valores e inversiones, hasta llegar a los Millennials, que en un 27% toman decisiones financieras en las que vinculan valores y retornos.

Esto nos muestra que los inversionistas, conscientes de las problemáticas actuales, cada vez están buscando alternativas más variadas de inversión. Evidencia de ello es que el 78% de los inversionistas encuestados en el estudio que mencioné anteriormente, buscan empresas que tengan un manejo ético relevante y el 71% manifiesta interés en generar un impacto social positivo. La magnitud de los retornos ya no es lo único que importa.

Las nuevas exigencias de los inversionistas deben ser una motivación para que los asesores, empresas y gestoras empecemos a pensar en soluciones innovadoras con las que no sólo cumplamos las expectativas de nuestros clientes, sino también contribuyamos al cambio que necesita el mundo.

Éxito ante los retos actuales
Lo que definirá nuestro éxito como sociedad ante los retos actuales, será la habilidad que mostremos para pensar y actuar con base en el desarrollo sostenible.

“Tales casos son raros, pero ocurren y están documentados. Hay casos de personas que en sus 20 años aprenden un nuevo idioma y pueden pasar como espías”, dice.” No creo que haya una edad crítica como tal, solo una meseta que se establece después de la adolescencia para la mayoría pero no para todos”, asegura.

La doctora Danijela Trenkic, también de la Universidad de York, señala que el estudio trata solamente de un aspecto del lenguaje: la gramática.

“Puedes ser un excelente comunicador, incluso si no suenas como un hablante nativo o no construyes todas tus oraciones gramaticalmente correctas”, concluye.

Diario La República de Colombia

Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)