Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Para los inversores con dólares, el sueño de un condominio en las playas más famosas de de repente está a su alcance, justo a tiempo para los Juegos Olímpicos.

Un apartamento de 467 metros cuadrados (5,027 pies cuadrados), con cuatro dormitorios con vistas al mar de la playa de Ipanema, se vende por 17 millones de reales, o US$ 5.2 millones. Eso es aproximadamente la mitad del precio en dólares de un año atrás gracias a la caída de los precios inmobiliarios y a una caída de la moneda local, según Judice & Araujo, un corredor de casas de lujo con sede en Río de Janeiro.

Una caída del 39% del real en los últimos dos años, la mayor entre las 16 principales monedas seguidas por Bloomberg, está empezando a atraer a los inversores extranjeros, dijo Frederico Judice Araujo, socio de la empresa.

Impulsada por un aumento de trabajadores petroleros y mineros extranjeros, Río ocupó el puesto número 12 de las ciudades más caras del mundo en 2011 -por delante de Nueva York y Londres. Desde entonces, ha caído al puesto 65, de acuerdo con los estudios del costo de vida llevados a cabo por la consultora Mercer.

"Las cosas para los compradores extranjeros están cada vez mejor", dijo Judice Araujo por teléfono. "Hay personas que no estaban activas en el mercado hace unos meses y que ahora están considerando algunas oportunidades de compra a precios más atractivos".

Frenesí olímpicoEl descubrimiento de los yacimientos de petróleo enterrados millas abajo de una capa de sal en el fondo del mar Atlántico en 2007 impulsó la demanda de espacio residencial y de oficinas en tanto la industria energética se movilizó para extraer las riquezas recién descubiertas. La compañía petrolera insignia, , atrajo equipos de petróleo y servicios de proveedores para iniciar o expandir sus operaciones en un esfuerzo por ganar trabajo en lo que se espera que sea un centro creciente de beneficios para los especialistas del petróleo en alta mar.

Luego el anuncio en 2009 de que Río sería la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, provocó en la ciudad un frenesí de construcciones, con funcionarios del gobierno apresurándose para duplicar la capacidad hotelera, extender líneas de metro, modernizar los aeropuertos y renovar barrios enteros.

"Las inversiones masivas en pre-sal requeridas por Petrobras atrajeron a una gran cantidad de empresas al segmento de petróleo y gas", dijo en entrevista telefónica Cristiane Spercel, analista de constructores de viviendas en . "Ahora, con todos los retrasos, los recortes en los gastos de capital, las investigaciones sobre las grandes empresas de la construcción, vemos una desaceleración".

Contracción económicaLa desaceleración de la industria energética coincide con un superávit de nuevas propiedades en Río, dando lugar a un mercado inmobiliario más débil, dijo Pedro de Seixas Correa, profesor de la , que se especializa en la industria de la construcción.

Pero las malas noticias para la economía de podrían ser un buen atractivo para los compradores extranjeros, dijo Darlan Carlos Souza, socio del agente de bienes raíces Wagner Diniz Imoveis, con sede en Río.

"Hicimos algunas ventas sorprendentes, pagadas en efectivo, sin la necesidad de financiamiento", dijo en una entrevista. "Quienes guardaron su dinero están haciendo un gran negocio al comprar ahora".