Uno de los imperios inmobiliarios más discretos de Nueva York se esconde a plena vista.

​En el corazón del distrito financiero de Manhattan, a solo unos pasos del Toro de Wall Street, se encuentra 11 Broadway, un edificio de oficinas de 22 pisos que el inversor Moses Marx compró hace unas cuatro décadas.

A pocas cuadras hacia el norte está 160 Broadway, donde dirige su imperio. En su momento, el McDonald’s de la planta baja tenía un piano de cola sobre la entrada. Cerca encontrará 225 Broadway, el vecino de 44 pisos del Edificio Woolworth, que compró a Harry Helmsley en 1983.

Es aquí, en un tramo de la ciudad lleno de torres famosas por los bulliciosos desfiles llenos de confeti que celebraban las llegadas a la luna y los éxitos de los héroes del deporte (el “Canyon of Heroes” o “Cañón de los Héroes”), donde Marx se puso a trabajar en la construcción de una fortuna que el Bloomberg Billionaires Index ahora valora en US$ 1,000 millones.

"Nunca se convirtió en alguien que hablara de sus logros", dijo Seymour Lachman, un antiguo senador del estado de Nueva York cuya casa de verano en Long Beach está cerca de la casa de Marx. "No tienes que ser Trump para tener éxito. Marx no es ese tipo de persona en absoluto".

Kodak
Marx, un judío ortodoxo octogenario, huyó con su familia de la Alemania nazi en la década de 1930. Sobrevivió tumultuosos años como operador en la Bolsa de Materias Primas de Nueva York (Comex) y luego invirtió en acciones y nuevas empresas.

Las presentaciones de documentación demuestran que es el accionista controlador de Berkshire Bancorp Inc., un prestamista con sede en Nueva York que ofrece sus servicios a personas de alto patrimonio y pequeñas y medianas empresas.

También controla una participación del 13% en Eastman Kodak Co., que casi se duplicó a US$ 30 millones este año después de que la firma de 130 años de antigüedad dijera que estaba adoptando la tecnología de cadena de bloques.

Marx, cuando fue contactado por teléfono, se negó a comentar sobre la historia de su vida y su patrimonio neto y ni siquiera confirmó su edad. Esta reserva ha sido un sello distintivo de una carrera en la que él y sus coinversores se han centrado en la acumulación constante de propiedades.

La génesis de su fortuna provino del mundo de Comex, donde fue un importante operador de piso en los años setenta y ochenta. Con una habilidad especial para ganar dinero, realizó operaciones por su cuenta a través de United Equities Co.

"Tenía una mente matemática, una mente genial para calcular diferenciales", dijo Norton Waltuch, un operador compañero de trabajo de Marx en aquella época.

Esa inteligencia se puso a prueba cuando el infame intento de los hermanos Hunt de arrinconar el mercado global de plata llevó a que el precio del metal se multiplicara por cinco desde agosto de 1979 hasta enero de 1980. Como todos los operadores, conocidos como "locals" o "scalpers", los ingresos de Marx dependían en gran medida del mercado de la plata.

Marx, miembro de la junta de gobernadores de Comex en ese momento, votó a favor de las restricciones sobre el comercio de la plata que finalmente obligaron a los Hunts a abandonar sus posiciones. Aniquiló las fortunas de la familia de Texas, que tuvieron que hipotecar todo, desde propiedades inmobiliarias hasta caballos y baratijas personales para pagar sus deudas, según "Beyond Greed", un relato de 1982 de la burbuja de la plata.

A raíz del escándalo de la plata, Marx comenzó a utilizar los beneficios de sus operaciones en bienes raíces cerca de la Bolsa, atrayendo a algunos colegas como coinversores, dijo Jarecki.

"Hombre sencillo"
Hoy, su imperio se extiende más allá del "Cañón de los Héroes” de Broadway e incluye un estacionamiento de varios pisos, así como propiedades en el vecindario Riverdale del Bronx, según muestran los registros de propiedad.

A pesar de su éxito, a Marx no le gusta llamar la atención. Su fundación benéfica, que no tiene un sitio web, tenía US$ 54 millones de activos a fines del 2016, según muestran documentos presentados.