Redacción Gestión

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La desaceleración económica del último año también golpeó al que, en temporada de verano, ha pedido dinamismo específicamente en la venta y alquiler de .

Eduardo Fiestas, subdirector general de , sostiene que, desde hace año y medio, el desarrollo inmobiliario ha experimentado un freno. Ya existe una demanda, ubica en el nivel socioeconómico A, que ya está satisfecha.

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"Ha habido un desarrollo importante, quitando el 2014, en los últimos tres años, un en zonas de playa que se ha detenido en este último año y medio porque ya hay una demanda satisfecha. Lo que en algún momento era un mercado objetivo para compras de , ya se ha dado y, lo que queda, ha frenado su expectativa", afirma el experto.

Así, la oferta tiende a diversificarse: por un lado, apuntar a un sector B y, por el otro, buscar nuevas plazas que vayan ganando exclusividad, aunque cada vez más se alejen de Lima.

"Se está produciendo de manera natural la ubicación de nuevos espacios. Asia era una zona totalmente exclusiva a nivel socioeconómico porque el precio era alto, y esto ha cambiado por la presencia de condominios orientados a un segmento B o B-. Se democratiza esas zonas y ocurre el fenómeno del desplazamiento hacia lugares más distantes", expresa.

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Plazas atractivasFiestas Dejo sostiene que todas las zonas del litoral de Lima están completamente consolidadas, hasta Sarapampa (kilómetro 110 de la Panamericana Sur). Inclusive, advierte saturación en Asia, lo que genera el desplazamiento de la gente haca Paracas. En el sur extremo, se encuentra el balneario de Mejía, en Arequipa.

En el norte, la situación es distinta. Las plazas ya posicionadas están entre la playa de Zorritos (Tumbes) hasta Piura, pasando por Punta Sal. Esas zonas convocan tanto a familias como a gente joven que practica deportes. Sin embargo, el ejecutivo de Tinsa todavía no percibe ningún desarrollo inmobiliario en el norte chico.

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PreciosAunque en los precios, interviene variables como la temporalidad, ubicación, características propias de la vivienda, entre otras, se podría afirmar que, en promedio, por una semana puede costar entre US$ 500 a US$ 1,000.

La demanda anda en búsqueda de una vivienda funcional, que esté en la primera, segunda o tercera fila más cercana a playas aptas para bañistas.