(Bloomberg) He aquí una señal de que es hora de que los máximos responsables dejen de gastar en recompras y comiencen a reinvertir en su negocio.

El Solactive European Buyback Index, que hace un seguimiento de las empresas que anunciaron recompras de acciones en los dos últimos meses, bajó 1.9% desde fines de septiembre y tiene un desempeño inferior al mercado europeo más amplio.

Podría ser una incidencia pasajera en los últimos cinco años, las empresas que recompraron acciones tuvieron un desempeño muy superior pero quizá sea un indicador de que esta pieza de ingeniería está perdiendo cada vez más la sintonía con las realidades políticas y del mercado.

Las recompras fueron fáciles de justificar financieramente en los últimos años gracias a los costos de endeudamiento en mínimos récord, las pilas de efectivo que crecían y una economía floja sin oportunidades de inversión atractivas, especialmente en Europa.

Las 200 empresas más grandes de Europa gastaron US$14.600 millones en recompras el año pasado, según datos de Bloomberg. Es menos en comparación con US$19.700 millones en 2014 y US$20.300 millones en 2013, pero de todos modos una cifra importante. En el primer semestre de 2016, la cifra se ubica en torno de US$6.300 millones.

En vez de alentar a los máximos responsables a gastar en fábricas o productos, los esfuerzos realizados por los bancos centrales para inundar la economía con dinero barato generaron un auge de la ingeniería financiera destinada a complacer a los accionistas, en tanto un recuento reducido de las acciones elevó mecánicamente las ganancias por acción. Esto, naturalmente, ayuda a los máximos responsables a alcanzar sus metas en materia de bonificaciones.

Pero esa era de plata dulce se está agotando. El año próximo habrá una mayor volatilidad, curvas de tasas más altas a nivel global y una sacudida de los bonos que ya comenzó, según Deutsche Bank.

Es demasiado pronto para decir qué gravedad tendrá el impacto en las grandes compañías de Europa, donde los bancos centrales continúan comprando deuda corporativa para que el financiamiento siga siendo barato. Pero cabe suponer que los inversores apostarán a una vida útil más breve para la QE, así como también a un riesgo político mayor derivado de las elecciones en Francia y en Alemania.

Esto puede estimular a los máximos responsables a acopiar efectivo. Pero este sería sin duda un buen momento para poner a trabajar el efectivo todavía barato invirtiendo en expansión e innovación -dos cosas que fueron retaceadas en los últimos años.

La frustración de los electores que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca y el Reino Unido en vías de abandonar la UE seguramente pondrán en la mira el gasto corporativo, especialmente si los gobiernos ofrecen el incentivo de reducciones fiscales para impulsar el crecimiento económico. La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, no llegó a designar trabajadores en las juntas directivas de las empresas, pero sus críticas referidas a los "pocos privilegiados" en la cima de la sociedad son constantes.

Obviamente, nadie quiere que la política se anteponga a la lógica empresarial. Pero es justo decir, como lo hizo el ex economista de Goldman Sachs, Jim O'Neil, que las compañías han pasado a estar demasiado comprometidas con los indicadores financieros y la eficiencia del balance general.

Un gasto excesivo a veces tiene sentido: un directivo puede proteger cuota de mercado comprando bienes raíces físicos o invirtiendo en nuevos productos que desplacen a la competencia, según Giacinta Cestone de la Escuela de Negocios Cass de Londres. Las compañías están siendo probablemente demasiado conservadoras a la hora de calcular el impacto ventajoso de este tipo de inversión en flujo de efectivo futuro.

Todo lo cual nos hace volver al inicio. Que los máximos responsables estén gastando dinero en recompras en vez de prepararse para un aumento en los costos de financiamiento y un repunte de la inflación puede empezar a parecerles rápidamente desacertado a los inversores.

Marks & Spencer Group Plc anunció el año pasado una recompra por 150 millones de libras -medida que hoy resulta errada si se tiene en cuenta su anuncio reciente de cierres de tiendas y del gasto en puntos de venta de alimentos. Analistas de Bryan Garnier & Co. describieron la reciente recompra de LVMH como pequeña y "casi inútil" -pero de todos modos fueron 300 millones de euros.

Prepárese para ver a los inversores presionando para empezar a invertir.

Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.