Redacción Gestión

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Si bien con frecuencia analizamos las prácticas financieras desde una perspectiva estrictamente técnica, en principio deberíamos abordarlas tal como analizamos cualquier otro comportamiento humano.

En ese sentido, diferentes estudios hacen énfasis en la explicación de los comportamientos de las personas, ya sea por condiciones de herencia genética, por factores del entorno, por coyunturas específicas que moldean factores de personalidad o a una combinación de todos estos factores.

En particular, tratándose de una conducta financiera de suma importancia: la propensión a ahorrar; las explicaciones más generales sitúan como factor determinante del ahorro el nivel de ingreso. Sin embargo, aun siendo evidente que a niveles muy bajos de ingreso la capacidad de ahorro se ve materialmente disminuida, existen estudios que apuntan a una combinación de factores como determinantes en la conducta financiera de ahorro.

En el estudio "The Origins of Savings Behavior", de Cronqvist y Siegel, a partir del análisis del comportamiento de una gran muestra de gemelos idénticos y mellizos, encontraron que las diferencias genéticas pueden explicar hasta una tercera parte de las variaciones en la propensión al ahorro de las personas.

Detallan que la predisposición genética a una conducta de ahorro —claramente relacionada con la capacidad de autocontrol— no desaparece con el tiempo y se manifiesta en la conducta financiera a lo largo de la vida. Por otra parte, la crianza, entendida como la labor activa que realiza la familia para enseñar y fortalecer las capacidades de las personas, tiene una importancia relevante durante la juventud, pero en ausencia de otros mecanismos de fortalecimiento del autocontrol, esta enseñanza decae con el tiempo y no permite mantener la conducta de ahorro al alcanzar la edad adulta.

La investigación también encontró que la presencia de factores relacionados con el entorno de las familias, particularmente el nivel de riqueza de las mismas, ejerce efecto de refuerzo positivo sobre la conducta genéticamente adquirida, reforzándola en toda la vida de las personas.

Coincidentemente, se encontraron factores genéticos que vinculaban la proclividad del ahorro con la menor presencia posterior de factores como el fumar y la obesidad. Lo que refuerza la noción de que se trata de una herencia genética relacionada con el autocontrol.

Como todo estudio de esta naturaleza, los resultados no son ni absolutamente deterministas ni fatalistas. Los hallazgos no implican que de no tener la herencia genética de predisposición al ahorro, estemos condenados a una vida de desorden financiero.

Distintos estudios muestran que es posible fortalecer el autocontrol. Algunos publicados por la Asociación Americana de Psicología refieren mecanismos simples que pueden ayudar a incrementar la capacidad de autocontrol. Uno de ellos se refiere a mantener fuera de la atención los temas que provocan conflictos en el autocontrol. Cuando una persona tiene dificultad para controlar un impulso, crear acciones que la distraigan hacia otros temas aumenta la capacidad de autocontrol.

Una segunda táctica es la llamada "intención de implementación". Se trata simplemente de anticipar las respuestas o conductas específicas que debemos o pretendemos tener ante situaciones que de manera individual, sabemos disminuyen nuestro autocontrol, por ejemplo, respecto de nuestra forma de gastar.

Otros estudios realizados muestran que el ejercicio, realizado como una rutina sistemática, puede también contribuir a mejorar la fuerza de voluntad. En estudios en que se sometió a grupos de personas a rutinas de ejercicio que requerían fuerza de voluntad para repetirlas diariamente, se encontró que vieron también fortalecida dicha capacidad en otras facetas de su vida.

Para quienes tienen la fortuna de tener una carga genética favorable para el ahorro, ésta sólo es útil si la aprovechamos y traducimos en actos concretos que mejoren nuestro bienestar financiero. Para quienes tienen una predisposición genética hacia el escaso control de sus decisiones financieras, es posible fortalecer dichas capacidades, siempre teniendo en mente que ello será en beneficio del bienestar financiero personal y de sus familias.

Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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