Hace unos días, durante una asesoría en finanzas personales, un cliente me contó que su hija acababa de entrar a una mueblería a trabajar. Había ido a una entrevista pero por su presencia y su dominio del inglés, la contrataron de inmediato.

Cuando la chica llegó a casa, después de su primer día de trabajo, le pidió dinero a su papá para los gastos mientras recibía su primer sueldo. A continuación le dijo que pensaba comprarse una recámara.

—¿Cómo? —le dijo el padre—. Si todavía no recibes tu primer sueldo y me estás pidiendo dinero mientras te pagan, ¿ya te lo quieres gastar?

La hija respondió que los precios estaban baratos, que ya estaba harta de las literas que tenía en su dormitorio y que además le iban a dar facilidades de pago, con descuentos vía nómina.

El padre me lo contó porque estaba preocupado por su hija, porque siempre había tenido una actitud ligera con respecto al dinero.

No es sólo gastarse su primera quincena antes de ganarla, sino comprometer sus ingresos futuros al adquirir una deuda. Porque al final eso es: un pago a plazos, durante varias quincenas.

Esta historia me parece un ejemplo ideal de un patrón de comportamiento que es muy común: la mayoría de la gente se gasta su dinero antes de ganarlo.

Es muy común que la gente se vaya de vacaciones pensando en que el siguiente mes les llegará el bono o la prima vacacional.

O que las personas se gasten su aguinaldo —incluso más— con promociones del Buen Fin. O que tras un buen aumento de sueldo, ya estén pensando que ahora sí les va a alcanzar para la mensualidad de ese carro que querían.

Así funciona nuestra mente y por eso muchísimas personas tienen problemas financieros, se endeudan y no logran ahorrar.

Cuando hay la posibilidad de tener un ingreso adicional, automáticamente nuestra mente se pone a pensar cómo lo vamos a gastar. Por eso también a tantos deportistas que ganaron millones en su corta vida laboral, o gente que se ganó la lotería, el dinero se les termina en pocos años.

Desafortunadamente no pensamos en el futuro, en que la única manera de construir un patrimonio es a través del ahorro constante y la inversión inteligente, evitando deudas que nos hacen caminar hacia atrás como el cangrejo.

Está en nosotros alejarnos de la manada y construir nuestro propio camino al éxito financiero. Sólo la gente que logra ver más allá de los satisfactores a corto plazo y puede planear su vida en un horizonte mayor, visualizando a dónde quiere llegar, es la que logra destacar en la vida y construir un patrimonio. Independientemente del nivel de ingreso.

Por eso en esta columna siempre insisto en que tenemos que empezar a cambiar nuestros propios paradigmas.

Empezar a pensar en cómo podemos conservar e invertir una parte del dinero que vamos a recibir, para construir una vida mejor. Porque, no nos engañemos, todos sabemos que las deudas, particularmente aquellas de corto plazo, consisten en gastar hoy dinero que todavía no hemos ganado.

Por lo cual, en el futuro, tendremos menos disponible para otras cosas (porque una parte de nuestros ingresos ya están destinados a pagar esas deudas). Nos impiden ahorrar y por ende, construir patrimonio.

Desafortunadamente, sí nos engañamos. Todos los días me escribe mucha gente buscando soluciones "fáciles" o "rápidas" para salir de deudas, o para encontrar un crédito para la compra de una casa que no requiera un enganche. Soy honesto con ellos: no las hay y cuando alguien nos las ofrece, por lo general se trata de puertas falsas.

La única manera correcta de salir de nuestra situación financiera es, primero, entendiendo por qué llegamos a esa situación. Cambiar nuestros paradigmas. Ir entonces paso a paso, empezando por el principio, con mucha constancia, esfuerzo y dedicación. No te gastes nunca dinero que no has ganado.

Diario El EconomistaRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)