La pandemia del COVID-19 está generando que los emprendedores viren su mirada a una alternativa para emprender en medio de la crisis, que a diferencia de la vía habitual demanda una menor inversión y cuyo retorno se verá de siete meses a un año. Se trata de las llamadas franquicias ‘low cost’ o baratas cuyo canon de entrada son económicas.
En el Perú incluso puede ser una alternativa para asociaciones de pequeños comerciantes como los emolienteros -por ejemplo- para desarrollar su propia marca y bajo el modelo de franquicia ‘low cost’ replicarlo a nivel vecinal o local y ganar por ello.
“La inversión para el desarrollo de una franquicia low cost va desde los US$ 5,000 hasta los US$ 30,000. Las franquicias siempre han sido una buena opción en épocas de crisis como la actual ya que brinda la oportunidad al emprendedor de replicar un negocio ya en marcha, por lo que se vuelve una alternativa para el autoempleo”, comentó a Gestión.pe el fundador de la Cámara Peruana de Franquicias, Luis Kiser.
A lo que se suma que el 80% de los negocios que se desarrollan bajo el modelo de franquicias pasan los cinco años de vida, mientras que el 20% ‘muere'. La inversión para el desarrollo de este tipo de negocios implica además del canon de entrada, el desarrollo en sí del emprendimiento y el pago de una regalía al franquiciador.
Ante ello, añadió, que una característica de una franquicia low cost -a diferencia de la tradicional- es que no necesita un local para su desarrollo, que demanda una gran inversión como las gastronómicas por citar las más conocidas.
“Las franquicias low cost pueden tener distintos formatos físicos como carritos, quioscos, coches ambulantes o incluso desarrollarse desde casa, como las peluquerías, por ejemplo. En el Perú lamentablemente no se han desarrollado muchos franquicias de bajo costo. Por ejemplo, hay potencial para franquicias de emolientes, de raspadillas, de anticuchos, por citar algunos”, aclaró.
En ese sentido, comentó que está es una alternativa para que los pequeños comerciantes o asociaciones de emolienteros u otros puedan desarrollar su know how para ‘franquiciar’ su emprendimiento -incluyendo protocolos de bioseguridad- a fin de replicarlo a escala local.
“Lo pueden hacer los que venden emolientes, anticuchos, los postres limeños -por ejemplo- los que están en el parque de Miraflores para así ponerlos en valor y tengan la oportunidad de hacerlos en cadenas y no solo se tenga un quiosco o sino 20. Si se asocian con una marca en común y estandarizan sus procesos, podrán replicarlo para que otros también emprendan y ganar con ello por el pago de las regalías”, detalló.
La otra opción -refiere- son las franquicia low cost ya existentes. “En el Perú, a raíz del COVID-19 arribo al país una franquicia brasilera de bajo costo dedicada a la fumigación de locales cuya implementación demanda US$ 6,000. La ventaja que tendrá el emprendedor de replicarla es que desarrollará una marca presente en 10 países al que le trasladará sus conocimientos y protocolos”, detalló.
Agregó que la oferta de franquicias en el territorio nacional está dispersa, por lo que no hay mucha fuente de información sobre las franquicias baratas con intención de llegar al país.
Respecto al retorno de la inversión -dijo- que puede tomar entre siete meses a un año.
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