Redacción Gestión

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Nuestro entorno está en constante cambio y nuestras finanzas no son la excepción, pero ¿cómo podemos preparar a nuestros jóvenes para estos desafíos? Pocas veces en nuestra juventud contamos con una asesoría sobre la forma correcta de llevar nuestro dinero, tuvimos que llegar a ser adultos para comprender —si es que ya lo logramos— esta ciencia oculta.

Es importante involucrarse en este tema en casa. El objetivo suena sencillo, buscamos que nuestros hijos sean adultos felices y con finanzas sanas, que no vivan para trabajar, pero tampoco que trabajen para pagar deudas.

Un acercamiento a la educación financiera le permitirá a los adolescentes fortalecer valores de responsabilidad, compromiso y autonomía, no sólo para su presente, sino para el futuro. Dos factores que ayudarán a un aprendizaje efectivo son:

Toma de decisiones. Debemos permitirles tomar decisiones financieras y que logren materializar sus efectos, como quedarse sin dinero.

Escenarios reales y cercanos a su día a día. En lugar de hablar de teoría económica y los mercados globales, es importante buscar ejemplos y tomar acciones sobre temas que formen parte de su cotidianidad.

A continuación mencionaré algunos conceptos puntales y recomendaciones:

Nivel de vida. El objetivo es lograr que los jóvenes conozcan el valor monetario de lo que reciben en su estilo de vida. Se puede realizar un ejercicio en donde se enumeren las cosas y/o actividades que él considera necesarias y las no tan necesarias. Una vez terminada la lista, se compara lo que piensa que cuesta cada cosa y su precio real.

Ingreso. Continuando con el ejercicio anterior, se puede analizar cuál debería ser su ingreso para poder mantener el nivel de vida actual. Esto le permitirá tener una perspectiva de cuánto costaría la independencia tan ansiada. Pero para hablar de acciones y no sólo números, es recomendable que cuente con un trabajo en los periodos vacacionales. Le ofrecerá la oportunidad de recibir una remuneración económica producto de su esfuerzo. Muchas de las instituciones educativas a nivel medio superior y superior ofrecen la oportunidad de participar en actividades con apoyo económico.

Gasto. Reconociendo que hay que adaptarnos a los tiempos actuales, se puede dar la alternativa de no dar el dinero metálico, sino proporcionar una tarjeta ligada a una cuenta bancaria en donde cada determinado tiempo se realizará el depósito por el monto correspondiente. Otra opción es dar tarjetas prepagadas de consumo por importes específicos, esto permite que el presupuesto esté acotado. Otro consejo es incorporar gastos recurrentes que se deben cubrir con el presupuesto asignado.

Ahorro. Podemos lograr que esa visión en el ahora pueda ampliarse a una mirada hacia el futuro. Se pueden plantear metas como el viaje de graduación. Por lo que establecer atractivas metas puede ser un buen incentivo para iniciar el hábito del ahorro. Lo importante es lograr transmitirles que ellos tienen la capacidad de elegir sobre numerosas opciones. En esas elecciones, deben considerar si lo que van adquirir es porque lo quieren o porque lo necesitan.

El dinero es un recurso finito, por lo tanto, inevitablemente se tiene que priorizar para saber en qué gastar.