Las decisiones que toma una persona acerca de qué buscará obtener —tanto la selección de la carrera y la institución, como mantener el esfuerzo de completarla— tienen evidentemente una notable influencia sobre su futuro profesional.

Pero, además, esas decisiones son a su vez influenciadas por factores relacionados con la conducta, que por su parte condicionan el futuro profesional y financiero.

Diversos estudios encuentran una relación significativa entre dos conjuntos de habilidades y el desempeño profesional y el nivel de ingreso futuro.

Se refieren en primer término a las habilidades cognitivas. De acuerdo con un documento preparado por la , las habilidades cognitivas son aquellas relacionadas con la capacidad para entender ideas complejas y adaptarlas al entorno, aprender de la experiencia y resolver problemas a partir del pensamiento y de habilidades como la lectura, la escritura y la habilidad matemática.

Por otra parte, las habilidades no cognitivas son definidas como los patrones de pensamiento, sentimientos y conductas que son socialmente determinadas y que pueden desarrollarse para producir valor a largo el tiempo; incluyendo actitudes, motivaciones y los componentes de la inteligencia emocional.

En el estudio "The Effects of Cognitive and Noncognitive Abilities on Labor Market Outcomes and Social Behavior", de Heckman, Stixrud y Urzua, se concluye que las habilidades no cognitivas pueden tener mayor relevancia, porque determinan, primero, la capacidad de las personas para concluir sus estudios y, posteriormente, inciden en el desarrollo profesional y salarial. Algunas de las habilidades no cognitivas más importantes en este sentido son la automotivación, la persistencia y la autoestima.

Por otra parte, en el estudio "Behavioral Economics of Education", de Kocha, Nafzigeray Nielsena, se señala también que las habilidades no cognitivas tienen un muy importante papel en las decisiones de educación, como la capacidad de sostener el esfuerzo a lo largo de los estudios profesionales. En particular, el estudio muestra que la capacidad de autocontrol tiene una importancia significativa, porque ayuda a los estudiantes a sobreponerse a los costos "negativos" de estudiar en el presente (como la necesidad dedicar múltiples horas al estudio y no a la diversión), frente a los más difusos beneficios percibidos en el futuro.

Otra habilidad no cognitiva importante de acuerdo con el estudio es la paciencia. Se trata de un elemento que puede predecir el éxito académico y, posteriormente, el profesional.

La autoconfianza es otra habilidad no cognitiva que se destaca, porque está vinculada con la capacidad de una motivación interna. La motivación interna refuerza importantemente la capacidad de conclusión de los estudios y, simultáneamente, tiene un efecto positivo en el desempeño laboral salarial futuro.

Muchas de estas habilidades no cognitivas tienen un condicionamiento del entorno familiar. La falta de sentido competencia, baja autoestima y un bajo nivel de paciencia pueden ser elementos que se conforme negativamente a partir del entorno y características que, como ejemplo, operan en la familia.

De la misma manera, el entorno escolar de los niños y posteriormente jóvenes puede generar efectos positivos o negativos en refuerzo de esas habilidades no cognitivas que determinen el desempeño académico y posteriormente el éxito profesional.

En conjunto, se requiere evidentemente de la formación y desarrollo de habilidades cognitivas que den soporte a la capacidad profesional de los jóvenes. Pero también es indispensable establecer mecanismos que permitan crear habilidades no cognitivas como las descritas, que generen conductas favorables para el esfuerzo que se requiere, tanto para sostener una educación adecuada, como para desarrollar mejores capacidades profesionales.

Las familias podemos contribuir desarrollando esas habilidades, como un medio para ayudar a nuestros hijos, frente al complejo entorno laboral que enfrentarán en el futuro.

Diario El EconomistaRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)