Redacción Gestión

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El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica

Joan Lanzagorta

El problema no es gastar —para eso es su dinero— sino que esta forma de aleja a las personas de aquellas cosas que en verdad queremos lograr y, sobre todo, de las que deberíamos priorizar.

Por eso a los bienes de consumo se les llama distractores, ya que precisamente distraen su mente y su cartera de las metas y objetivos verdaderos.

Las no se tratan de ahorrar todo lo que uno pueda, de hacer presupuestos y de evitar gastar en aquellas cosas que nos gustan. Por el contrario: se trata simplemente de poner un orden que permita acercarse más a sus objetivos.

En otras palabras, enfocarse en sus prioridades y luego gastar en todo lo demás.

¿Cómo lograrlo?El primer paso es tener muy claro aquello que de verdad se quiere lograr. Por ejemplo cómo quiere que sea su , en eso se debe pensar desde el momento en que empieza su primer trabajo.

Otras preguntas para tener presente son: "¿En qué tipo de lugar quiero vivir? ¿Quiero casarme y tener hijos? ¿Qué tipo de vida quiero darles?"

Desde luego en este ejercicio quizá muchas digan que quieren una pantalla ya no plana sino curva y un carro que no se pueda costear.

Éstas podrían ser metas válidas, pero seguramente hay otras cosas que se valorarán más, como la seguridad o la libertad de poder tomar decisiones coherentes y consistentes con el resto de objetivos.

Por eso tenemos que ir un poco más allá y encontrar sus . Esto permitirá definir precisamente algunas prioridades: qué cosas son las que más se valoran y quiere alcanzar en su vida por encima de todas las demás.

Una vez definidas, tenemos que precisar qué necesitamos hacer para alcanzarlas. Hay algunas metas para las que se ahorra durante toda la vida, como por ejemplo para el retiro, pero otras no requieren tanto tiempo, como en el caso del nacimiento de un hijo.

El siguiente paso es incluirlas en el presupuesto, ya que como son sus prioridades, es lo primero en lo que se debe gastar, la primera factura que pagar. Es un de cada uno y es más importante que todo lo demás (antes que la renta, la luz, etcétera); tan pronto como recibimos los ingresos debemos pagar estas metas. Por ejemplo, si estamos ahorrando para el retiro entonces traspasar el monto definido hacia una cuenta abierta específicamente para tal fin.

El dinero sobrante —después de hacer todos los pagos— es precisamente el dinero que se puede gastar libremente.

Que las ofertas no afecten sus metasPero hay algo más, mucha gente como ya no le alcanzó para comprar en aquello que le gustó, recurre a las deudas, las cuales tarde o temprano se tienen que pagar.

De ahí la importancia de visualizar las metas. Asociar a ellas una imagen y un sentimiento. ¿Qué sensación nos provoca por ejemplo disfrutar nuestro retiro viajando? Ese viaje y esa sensación son las que se deben asociar.

La próxima vez que uno esté frente a una se debe primero ver cuánto queda en su presupuesto para saber si realmente alcanza para comprar ese objeto.

Si no podemos encontrar la fortaleza justo pensando en sus prioridades, se debe pensar si realmente se está dispuesto a distraer de ellas por adquirir ese objeto en ese momento. Al final la decisión la tiene cada uno.

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