Redacción Gestión

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Es parte de la sabiduría popular pensar que no es conveniente tomar decisiones en momentos en los que estamos sujetos a una emoción negativa. La premisa es que las emociones negativas nos llevarán a acciones impulsivas, que generarán efectos inmediatos indeseables de los cuales posteriormente nos arrepentiremos.

Sin embargo, ¿cuál es el efecto completo de estas decisiones tomadas en momentos de emociones negativas, particularmente cuando se trata de asuntos que impactan nuestras finanzas?

Decisiones que dejan precedentes De acuerdo con Dan Ariely, en su libro The Upside of Irrationality, en muchos casos la decisión y la acción que derivan de una emoción específica generan un precedente en nuestra conducta posterior, por lo que en el futuro nuestra conducta se repite ante situaciones similares, aun cuando ya no esté presente la situación que motivó la emoción original.

Así como frecuentemente las personas tendemos a copiar la conducta de otros como referencia (el llamado efecto manada), de la misma manera una práctica común es autocopiar conductas pasadas para nuevas decisiones.

Por ello, cuando generamos conductas específicas negativas, derivadas de emociones negativas coyunturales, no sólo estamos creando un efecto nocivo de corto plazo, sino que tendrá incidencia en nuestras decisiones futuras.

Ariely describe este proceso como una cascada emocional, porque la conducta futura se convierte en "rehén" de emociones pasadas, mucho tiempo después de que la causa original de dichas emociones negativas se ha disipado.

De acuerdo con el autor, las personas tendemos a desarrollar un sentido de la justicia y la equidad (respecto de lo que nos ocurre, aunque no necesariamente de lo que ocurre a otros), por lo que, cuando percibimos que una situación fue injusta con nosotros, tendemos a tomar decisiones y acciones que frecuentemente implican una pérdida mayor.

Incluso a partir de estudios de neuropsiquiatría se ha encontrado que esta percepción de falta de equidad detona una reacción en la zona del cerebro (la ínsula anterior) relacionada con la respuesta ante emociones negativas.

El impacto en nuestras finanzas personalesEn este sentido, cuando enfrentamos situaciones que percibimos que no son equitativas y justas para nosotros en términos financieros, se genera una emoción negativa que provocará frecuentemente una decisión que en el corto plazo tendrá un efecto negativo, pero que, además, en el largo plazo incidirá en las decisiones que tomemos sobre situaciones que —aun sin serlo— percibamos como similares e incluso emociones negativas sobre eventos insignificantes que pueden generar efectos trascendentes en decisiones futuras.

Por ejemplo, en nuestro papel de consumidores, un evento aislado en el que percibimos que un proveedor de un bien o servicio actuó injustamente con nosotros puede detonar una emoción negativa con una respuesta inmediata (en muchos casos justificada), pero además en el largo plazo se genera un precedente que nos lleve a sobrerreaccionar ante situaciones en las que percibamos de forma similar un trato inequitativo.

El nocivo efecto de autocopiar la conductaEl efecto de autocopiar la conducta y de generación de un precedente es muy frecuente. El impacto puede ser de emociones negativas o positivas con iguales efectos no deseados.

Ante un momento de celebración por una emoción positiva, una persona paga la cuenta de un grupo de amigos y en el futuro existirá una presión conductual personal para repetir esa conducta.

De ahí la importancia de aprender a controlar el efecto de las emociones profundas de corto plazo (particularmente las negativas) en nuestras decisiones inmediatas: tanto para evitar acciones inmediatas igualmente negativas como para no generar una memoria conductual que afecte la racionalidad de nuestras decisiones futuras.

Diario El Economista de México (RIPE)Red Iberoamericana de Prensa Economica

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