Redacción Gestión

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Muchas veces el concepto de diversificación se explica como: "No pongas todos tus huevos en una misma canasta". Es decir, no metas todo tu dinero en un sola inversión, ni siquiera en una única clase de activo.

Por el contrario, pon una parte de tu dinero en diferentes tipos de inversiones: instrumentos de deuda, cobertura, acciones, bienes raíces e incluso commodities. No sólo de México, sino del mundo entero: invierte de manera global para que tengas presencia en distintas economías, tanto desarrolladas como de países emergentes.

En otras palabras: no inviertas todo tu dinero en oro sólo porque está subiendo, ni tampoco en dólares. No apuestes todo lo que tienes en el mercado de divisas o en poner un negocio que podría fracasar. Mejor distribúyelo en distintas cosas, de esta manera podrás disminuir tu riesgo.

Quiero hacer énfasis en esto último: disminuir tu riesgo. Ése es el objetivo de la diversificación. Si inviertes todo tu dinero en una acción, por ejemplo, o en tu negocio, puedes ganar mucho si le va bien a esa empresa. Pero si le va mal, podrías perderlo todo y ése es un riesgo que nadie debe estar dispuesto a asumir.

Frecuentemente recibo correos de personas que me preguntan: ¿es bueno comprar monedas de plata? ¿Debería invertir en dólares? ¿Me recomiendas el oro? Todos ellos están pensando en poner todo su dinero —mucho o poco— en este tipo de activos. Piensan en lo que podrían ganar, pero se olvidan de lo que ponen en riesgo: de lo que también podrían perder si las cosas no salen como ellos esperaban.

Es curioso: la gente piensa que las acciones son riesgosas. Comprar acciones es asociarse con una empresa, comprar un pedacito de ella. Si a esa empresa le va bien, a nosotros nos irá bien. Podemos ser socios de compañías mexicanas tan admiradas como Bimbo o Cemex; pero también de empresas extranjeras, como Apple, Google, Facebook, Amazon, Tesla o Starbucks. Claro que tienen riesgo, podrían meterse en problemas financieros por una mala administración o podría entrar un nuevo competidor que las saque del juego (como sucedió con Blackberry o Yahoo!). Pero también podrían seguir creciendo mucho —si invertimos en ellas, nuestro dinero correrá la misma suerte—. Claro, con vaivenes en el camino, porque el mercado accionario a veces es demasiado volátil (muchos participantes de corto plazo) —por eso no hay que caer en el juego—.

También se trata de dormir tranquilos por las noches, entonces debemos suavizar esa volatilidad invirtiendo en otras clases de activos, como podrían ser instrumentos de deuda. No sólo de México: se puede hacer en bonos de Estados Unidos en dólares, o de Europa, o incluso de países emergentes en una gran colección de instrumentos.

Pero también bienes raíces, a través de fideicomisos especializados, o en commodities como el oro, la plata o incluso el petróleo, que, aunque ahora está de capa caída (los precios han caído significativamente), también ha tenido momentos de esplendor. Por cierto: quien invirtió todo su dinero en petróleo o en compañías de energía a pesar de las perspectivas prometedoras vio una afectación considerable en su patrimonio. Cometió un error fatal: se olvidó de diversificar. Por eso es tan importante y repito: se trata de disminuir el riesgo.

De hecho, el secreto de las inversiones consiste en construir un portafolio diversificado tal que, dado el nivel de riesgo (volatilidad) que estamos dispuestos a aceptar, pueda generar el mayor potencial de rendimiento posible. En otras palabras, primero decidimos el nivel de riesgo y luego buscamos la combinación de instrumentos que sea óptima, es decir, que sin exceder de ese nivel de riesgo nos pueda ofrecer el mayor rendimiento potencial posible.

Por eso, antes de comprar cualquier instrumento de inversión, uno debe comprender cómo las distintas clases de activos que existen pueden trabajar de manera conjunta y armónica en un portafolio de inversión. Uno debe conocer el rendimiento esperado de cada uno de esos componentes, así como su volatilidad. Aunque rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros, por lo menos sí nos dan una idea de qué podríamos esperar en el largo plazo.

Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)